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18 de noviembre de 2014

A UN AÑO DE LA ELECCION DE LOS CONSEJEROS REGIONALES.

El 17 de noviembre de 2013 fuimos elegidos los consejeros regionales, por primera vez mediante sufragio universal, después de más de 20 años que éstos eran designados a dedo por los concejales de las municipalidades. Esta elección democrática ha sido […]

El 17 de noviembre de 2013 fuimos elegidos los consejeros regionales, por primera vez mediante sufragio universal, después de más de 20 años que éstos eran designados a dedo por los concejales de las municipalidades.
Esta elección democrática ha sido un importante paso adelante, un avance real y valioso de la democratización de las instituciones, porque ahora los consejeros cuentan con la legitimidad que les otorga ser representantes elegidos por la ciudadanía para sus funciones.
Ha sido una experiencia positiva y enriquecedora, conocer y profundizar en los distintos aspectos y procedimientos de la función pública, entender la trayectoria de un proyecto, recoger en su diversidad las demandas de la ciudadanía de nuestras provincias, comprender la relación entre las distintas autoridades y servicios de la administración regional.
Hoy los consejeros regionales podemos trabajar por la región desde una visión más completa y mas aterrizada desde la realidad y la complejidad de la gestión pública y entendiendo nuestra función como una tarea continua para dar respuesta coherente y realista a las demandas, urgencias, aspiraciones y necesidades de la ciudadanía.
Los consejeros regionales hoy nos enfrentamos a dos dificultades mayores en nuestra gestión: la ausencia de atribuciones efectivas para ejercer nuestra función y la lentitud del proceso legislativo para dotarnos de los medios suficientes para que podamos cumplir con nuestras responsabilidades. A escala de las regiones, somos como parlamentarios de un cuerpo colegiado que administra y decide enormes cantidades de recursos del presupuesto regional y que conoce de los proyectos, planes y programas más importantes de la administración regional, pero, por ejemplo, carecemos de las facultades para recabar y obtener información desde los servicios públicos para quienes decidimos recursos.
El problema de la gestión pública de los consejeros regionales no se resuelve con una ley que modifique las dietas, aunque contribuye a hacer más eficaz nuestra labor, pero el tema principal no resuelto siguen siendo las atribuciones y facultades que los CORES debemos tener para que nuestra labor de administración y fiscalización sea eficiente.
En la discusión legislativa que tiene lugar en el Congreso, los parlamentarios están llamados a conocer y escuchar la opinión de los consejeros regionales que deberán ejercer nuevas funciones y atribuciones. Todos estamos trabajando por la descentralización.
Hay dos maneras para resolver esta necesidad: o los parlamentarios vienen al CORE de sus regiones, o los consejeros regionales vamos al Senado y a la Cámara de Diputados. Para que nos escuchemos.
La democratización de las regiones y la regionalización de la democracia pasa por que los CORES tengan más atribuciones para fiscalizar y controlar a servicios y funciones públicas.