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10 de agosto de 2012

EL ALUVIÓN SE LLEVÓ AL INTENDENTE

Cuando las autoridades políticas regionales abandonan sus cargos, siempre se repite el mismo alambicado discurso oficial: “…nos hacemos un deber en agradecer al renunciado por su excelente desempeño en el cargo”. Naturalmente, estas consabidas frases no informan nada e instalan […]

Cuando las autoridades políticas regionales abandonan sus cargos, siempre se repite el mismo alambicado discurso oficial: “…nos hacemos un deber en agradecer al renunciado por su excelente desempeño en el cargo”. Naturalmente, estas consabidas frases no informan nada e instalan la duda si detrás de la renuncia no hay otras razones verdaderas, porque si el renunciado ha tenido tan buen desempeño, su renuncia entonces no tendría sentido.

La sorpresiva renuncia de Arturo Storacker a la Intendencia de la región de Magallanes, después de 16 meses de gestión, deja la impresión que las razones políticas de su abandono del cargo, parecen ocultas a la opinión pública, mientras las expresiones de buena crianza de unos y otros saturarán el espacio de los medios de comunicación.

Pero en realidad su renuncia es el punto de llegada de una acumulación de razones.

De hecho, las señales que indicaban que la situación política de Storacker en la Intendencia, al margen de la evaluación que se haga de su desempeño específico como gestión de gobierno en la región, estaban demasiado a la vista como para no presumir que su cargo se debilitaba gradualmente.

¿Hay alguna duda hoy que la verdadera oposición política que tuvo Storaker en este año y medio de gestión, no estaba en la oposición política (que fue más bien condescendiente con él…), sino en su propia coalición gobernante?

¿Quién podría negar hoy que Arturo Storacker nunca fue el Intendente del agrado de la CPC y de una parte del empresariado magallánico, incluyendo a la Cámara Franca?

¿Cómo podría negarse hoy que al interior de la coalición de gobierno, Storacker no era completamente del agrado de su propio partido y de los dirigentes de RN? ¿Y que su controversia política y de gestión con la Gobernadora Gloria Vilicic (RN) y con un incombustible Seremi de Gobierno (UDI) era demasiado conocida de todos los magallánicos?

Pero en política, siempre las razones son políticas.

Por eso, también tiene sentido pensar que Arturo Storacker, a pesar de su experiencia de gestión en el gobierno regional, como Consejero Regional en los años 90, como candidato a diputado en 2009 y como Intendente (entre abril 2011 y agosto 2012), prefiera prudentemente aceptar la petición de renuncia a la Intendencia ahora, para que su nombre y el gobierno no resulten demasiado “salpicado” por las deficiencias observadas en la gestión del aluvión del rio de las Minas en Punta Arenas, y que significa un juicio pendiente en tribunales.

¡Quién lo iba a creer que un fenómeno natural tan inesperado y desvastador como el desborde de un río en una ciudad, pudiera tener efectos políticos?

El aluvión del rio se llevó al Intendente, y seguramente se llevará a varios Seremis, en el consiguiente aluvión político que se origina cada vez que abandona el cargo una autoridad regional de esa envergadura.

Es de esperar que este aluvión de cambios políticos en el ejecutivo del Gobierno Regional tenga como resultado, un ordenamiento claro de la política del gobierno en la región, que no volvamos a pasar meses sin Seremis nombrados, porque la tarea que tendrá el próximo equipo de gobierno será enorme: tratar de ordenar las prioridades presupuestarias del gobierno en Magallanes para el 2013, conseguir elevar el número de alcaldes y concejales elegidos por la Coalición en octubre próximo, una tarea extremadamente difícil en un escenario político regional de dispersión y de altas expectativas ciudadanas después del paro del gas del 2011.

Punta Arenas – Magallanes, 10 de agosto de 2012.

CIUDADANO POLAR
ciudadanopolar@radiopolar.com