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9 de febrero de 2015

EN FEBRERO DE 1912 SCOTT SE CAE Y LESIONA SU HOMBRO, PERO SIGUE SU FATAL CAMINO

Este día, “el trineo vuela sobre una superficie en muy mal estado. En una de ellas el capitán (Robert) Scott se resbaló y sufrió un fuerte y doloroso golpe en el hombro”, quedando postrado en el suelo en el fondo […]

Este día, “el trineo vuela sobre una superficie en muy mal estado. En una de ellas el capitán (Robert) Scott se resbaló y sufrió un fuerte y doloroso golpe en el hombro”, quedando postrado en el suelo en el fondo de una pendiente, hasta que lo rescataron sus compañeros. No obstante, “al escuchar la recomendación del médico de que descansara, pese al dolor se ha echado a reír”. El día siguiente “está algo mejor”, pero, “aún pasará tiempo para que pueda ayudarnos con las manos”.
Esta expedición cumplió su objetivo de llegar al Polo Sur, pero unos días antes los suecos se le habían anticipado.
Deprimidos, iniciaron el pesado camino del retorno “a marchas forzadas para evitar que un súbito cambio de tiempo o la llegada de un prematuro invierno les atrape en la meseta polar. El viento sigue siendo el protagonista de estos días y les está permitiendo avanzar a gran velocidad pese a que la superficie posiblemente debido a las bajas temperaturas que oscilan alrededor de los –30º C, está en un estado pésimo (…) han comenzado a descender por las primeras pendientes, señal inequívoca de que su calvario por la meseta polar toca a su fin” (Edward W. Walton para el Strand Magazine. Http://www.conscottalpolo.es/category/aventura–en–el–polo).
No fueron las únicas dificultades a vencer. “El aumento en las raciones de comida nos ha venido muy bien, pero todavía seguimos pasando hambre, posiblemente a consecuencia del frío intenso y del cansancio. Además con estas temperaturas tenemos los sacos mojados y ni dormimos ni descansamos todo lo que debemos” (op. Cit.).
La expedición vivía un situación límite: “Hoy hemos visto, por primera vez, los picos de las montañas. Señal inequívoca de que estamos dejando la meseta polar que nos está consumiendo lentamente. Hoy el capitán Scott no ha podido estar más sincero cuando ha comentado algo que más parecía un ruego “Dios quiera que dentro de cuatro días nos hayamos alejado de esta meseta polar”. Realmente los horrores que estamos viviendo en ella no son comparables a nada de lo que se conoce en el Ártico. La Antártida es otro mundo” (op. Cit.).
Scott escribió en su diario. “¡Santo Dios, esto es un lugar espantoso!”. Ese fue su último registro, el 19 de marzo, y presagiaba la tragedia que condenaba a la expedición.