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16 de mayo de 2019

¡GRACIAS, MAMÁ!

El Domingo pasado celebramos el Día de la Madre, que es una fiesta especial para casi todas las personas y casi todas las familias (ojalá lo fuese para todas las personas y familias), porque la mamá es la persona que […]

El Domingo pasado celebramos el Día de la Madre, que es una fiesta especial para casi todas las personas y casi todas las familias (ojalá lo fuese para todas las personas y familias), porque la mamá es la persona que ocupa un lugar único en la vida de todos y a la cual estamos ligados afectivamente toda la vida

Es tan potente la figura de la mamá en la vida de todas las personas que es muy bueno que exista ese Día de la Madre, donde prestamos atención a esta relación afectiva que ha marcado en modo decisivo la vida de cada persona, y agradecidos las festejemos a ellas. Es inevitable que el comercio aproveche ete día, pero la figura de la mamá es tan significativa que no se deja distorsionar por la parafernalia comercial que se despliega en esa fiesta.

En el Día de la Madre cada uno tiene gratitudes muy concretas hacia su mamá, y cultivar esas gratitudes y expresarlas nos ensancha el corazón (y no nos olvidemos que quien vive con el corazón agradecido, vive contento). Agradecer y festejar a nuestras mamás nos sitúa al interior de una vivencia fundamental de todo el género humano -en cualquier tiempo, lugar o cultura-, es una fiesta del género humano y celebrarla con corazón agradecido nos hace más humanos.

Más allá de las vivencias particulares que cada uno tenemos con nuestra mamá, hay riquezas universales que son el regalo de humanidad que hemos recibido de nuestras mamás: las experiencias del amor gratuito, del cobijamiento, de la acogida incondicional, de las manifestaciones de ternura, de abrirnos a la reciprocidad del amor; son experiencias humanas fundamentales en las que la mamá ha sido uno de los primeros y principales protagonistas. La figura de la mamá es -como dicen los sicoanalistas- uno de los arquetipos fundamentales del género humano.

Leyendo al teólogo brasilero Leonardo Boff, encontré un texto citado por él que proviene de muy lejos -de Etiopía-, allí una mujer de una cultura muy diferente a la nuestra narra la original experiencia de todas las madres. Quisiera compartirlo con ustedes.

“¿Cómo puede saber un hombre lo que es una mujer? La vida de una mujer es completamente distinta de la del hombre. Dios lo hizo así. El hombre es el mismo antes y después de haber encontrado por primera vez a una mujer. Sin embargo, el día en que la mujer conoce a su primer amor, su vida se divide en dos partes. Ese día se convierte en otra. Luego del primer amor, el hombre es el mismo que era. La mujer, desde el día de su primer amor, es otra, y lo seguirá siendo toda la vida”.

“El hombre pasa una noche con una mujer y luego se va. Su vida y su cuerpo son siempre los mismos. Pero la mujer concibe. Como madre, es diferente, pues lleva en su cuerpo durante nueve meses las consecuencias de una noche. Algo crece en su vida y nunca va a desaparecer de su vida, pues es madre. Y seguirá siendo madre aun cuando el niño o los niños hayan muerto. Porque llevaba al niño en su corazón. Incluso después de su nacimiento, lo sigue llevando en su corazón. Y de su corazón no se irá nunca, aunque el niño muera”.

“Todo esto no lo conoce el hombre. Él no sabe nada de esto. Él no sabe la diferencia entre el ‘antes del amor’ y el ‘después del amor’, entre el antes y el después de la maternidad. No lo puede saber. Sólo una mujer puede saberlo y hablar de ello. […] Debe saber cuál es su naturaleza. Debe ser siempre niña y madre. Antes de cada amor es niña. Después de cada amor es madre. En esto podrás saber si ella es buena mujer o no”.

Por cierto, no se trata de idealizar a las mamás, pues en ellas también están las huellas de la fragilidad humana con todas sus sombras, pero se trata de valorar y acoger en el amor a esta persona luminosa que nos ha dado a luz e iluminado las vivencias fundamentales del corazón humano. Por eso, un recuerdo lleno de cariño y gratitud a todas las mamás, y -como dice el saludo que envió una amiga- a las que lo son, a las que quisieron y no pudo ser, a las que lo intentan, a las que sin serlo ejercen como tales, a las que un día lo serán, a todas las creadoras de vida y de vínculos… ¡Gracias, Mamá!

16 de mayo de 2019