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7 de septiembre de 2017

HACER PATRIA

El inicio del mes de septiembre comienza cargado de lo que llamamos “los símbolos de la chilenidad”; sin embargo, detrás de estos símbolos podemos preguntarnos ¿qué es Chile?, ¿acaso Chile se reduce a esos símbolos que quedan guardados hasta el […]

El inicio del mes de septiembre comienza cargado de lo que llamamos “los símbolos de la chilenidad”; sin embargo, detrás de estos símbolos podemos preguntarnos ¿qué es Chile?, ¿acaso Chile se reduce a esos símbolos que quedan guardados hasta el próximo año?, ¿acaso Chile es simplemente un territorio que va de Arica a Punta Arenas y de la cordillera al mar?, ¿o es algo más?

Sin duda, es necesario un territorio para que exista un país, pero el territorio no basta. Sin duda, es necesario que cada grupo humano posea sus símbolos y se exprese en ellos, pero los símbolos no bastan para hacer un país.

Hacer un país es acoger un don y un llamado de Dios a vivir juntos y construir una historia común. Un país no lo hacen solamente los héroes de la historia, ni las autoridades, ni los sabios ni los poderosos. Un país es una obra colectiva; hacer un país es la tarea de todos los que comparten una historia y sus desafíos, que viven en un territorio y se expresan en determinados símbolos.

La “patria” es el legado común que hemos recibido de los padres, es la historia común que nos hermana y nos llama a vivir juntos y seguir construyendo esa historia común.

La expresión “hacer patria” significa -en primer lugar- aprender a vivir juntos, haciéndonos responsables de la historia común. Concretamente, “hacemos patria” cuando se construye una sana convivencia democrática, cuando se está dispuesto al diálogo con el que piensa en forma distinta, cuando se lucha contra la corrupción que se instala en diversas estructuras de la sociedad, cuando se está dispuestos a reconocer los propios errores y enmendarlos, cuando se ofrece gratuitamente el perdón a otros, cuando se cuida el medio ambiente. Sin esta voluntad de aprender a vivir juntos en el respeto, en la verdad y en la justicia, en lugar de “hacer patria” se está destruyendo la obra común.

También, “hacemos patria” cuando ponemos en primer lugar las necesidades, los intereses y los sufrimientos de los marginados de la historia común. No es “hacer patria” cuando crece el abismo entre pobres y ricos; no es “hacer patria” cuando el problema de la redistribución de los ingresos y el drama de las pensiones de los adultos mayores y de los niños vulnerables no se enfrenta como una prioridad nacional. “Para “hacer patria” no basta con los “símbolos de la chilenidad”, con llenar la ciudad de banderas y guirnaldas tricolores, con bailar cueca y hacer unos buenos asados, con comer empanadas y un buen vaso de vino; todo eso no está mal, pero “hacer patria” -de verdad- es trabajar por una mayor justicia social

El Pueblo de Dios, desde su larga experiencia, tiene clara conciencia que un proyecto común -como hacer un país- requiere que una y otra vez renovemos nuestra voluntad de acoger los planes de Dios, que quiere una vida buena y justa para todos sus hijos. Por eso es que un país no se construye sin oración, no se “hacer patria” sin conversión a los planes de Dios.

El Pueblo de Dios, la Iglesia, tiene clara conciencia y experiencia de que un país para todos no se construye sin oración, no se construye sin Dios, por eso los cristianos en este mes oramos de manera especial por nuestro país; lo haremos en el “Te Deum” del 18 de septiembre, y lo haremos en el “Día de oración por Chile” que se celebra en el último Domingo de septiembre en el desfile ante la imagen de la Virgen del Carmen: a Ella confiamos el presente y futuro de nuestro país, y de Ella queremos aprender a construir nuestra patria según los planes de Dios.

07 de septiembre de 2017