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4 de septiembre de 2012

INDUSTRIA DE TURISMO ANTÁRTICO REVISARÁ SUS NORMAS AMBIENTALES EN REUNIÓN EN CHILE

«No puedes proteger lo que no conoces». Lars-Eric Lindblad es considerado el pionero del turismo antártico, al dirigir en 1966 la primera expedición al continente, aun cuando a fines de los 50 algunos viajes desde Chile y Argentina tuvieron carácter […]

«No puedes proteger lo que no conoces». Lars-Eric Lindblad es considerado el pionero del turismo antártico, al dirigir en 1966 la primera expedición al continente, aun cuando a fines de los 50 algunos viajes desde Chile y Argentina tuvieron carácter recreativo. Lindbland acuñó la frase para justificar las incursiones no científicas a este continente, porque, a su juicio, así se empoderaba a sus pasajeros de la importancia de resguardar la zona.

Recogiendo su espíritu, y dado el explosivo aumento que experimmentó el turismo en la zona,en 1991 un grupo de empresas creó la Organización Internacional de Operadores Turísticos Antárticos (Iaato), que decidió regular los viajes a ese continente con dos fines: entregar seguridad a sus pasajeros y reducir el daño ambiental provocado por éstos y los cruceros. Un tema no menor, si se considera que sólo este año llevaron a más de 26 mil personas al continente helado. Cifra que llegaría a 35 mil esta temporada.

Por eso, la Iaato realiza una reunión anual con sus miembros que, en 2013, se realizará por primera vez en Chile, en Punta Arenas. “Chile es miembro importante del Tratado Antártico y varias de sus ciudades, como Punta Arenas y Puerto Williams, sirven de puerta de entrada a la Antártica”, dice a La Tercera Steve Wellmeier, director administrativo de la Iaato.

El fin de la reunión es revisar y mejorar -si es necesario- los protocolos que les permiten satisfacer adecuadamente esa creciente demanda turística conjugando tres factores: no contar con una infraestructura permanente, tener un tiempo de permanencia limitado en la zona y lograr el mayor respeto por el medioambiente.

La organización alberga hoy a 111 empresas de Argentina, Australia, Bélgica, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Holanda, Nueva Zelandia, Suecia, Reino Unido, EE.UU. y Chile, que al año mueven unos US$ 300 millones.

Según Wellmeier, la Iaato vela por regular tres aspectos fundamentales. Uno de ellos es que el operador tenga autorización de su país, es decir, que cuente con un estudio de impacto ambiental de sus actividades y sus barcos cumplan los estándares del Tratado Antártico. “Ya no pueden ingresar barcos de combustible pesado”, dice Brigitte Lämmle, de Antártica XXI, operador chileno adscrito a la Iaato, en alusión a un petróleo de difícil absorción.

Esta es una de las últimas regulaciones que adoptó la Iaato por mandato de la Organización Marítima Internacional para evitar daño ecológico en la zona y que hizo que se redujera la cantidad de barcos que llevan cerca de 500 personas a la Antártica y que no tocan tierra. Esta medida se adoptó porque el combustible pesado es un diésel que al derramarse se mantiene poco tiempo a flote y se sumerge, causando un grave daño al ecosistema. Por eso, las naves deben ahora usar uno más liviano, de fácil volatilidad aún con bajas temperaturas.

En segundo lugar, los operadores deben respetar las regulaciones del Tratado Antártico, y por último, dice Wellmeier, las empresas deben estar preparadas para las duras condiciones del viaje y los pasajeros tienen que saber que el itinerario contratado puede cambiar y que deben respetar los protocolos. “Antes de iniciar nuestro viaje, en Punta Arenas, sometemos a los pasajeros a una larga charla respecto de los cuidados medioambientales que deben tener en la Antártica”, dice Lämmle.

Por ejemplo, la Iaato establece que los visitantes deben iniciar su viaje con zapatos y ropa sin contaminantes (semillas, tierra), los que podrían contaminar con patógenos la zona. Lo mismo corre para mochilas y equipamiento. Estas y otras medidas -como las inspecciones in situ a los operadores- son algunos de los puntos que se abordarán en la cita de Punta Arenas.