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6 de abril de 2021

INVESTIGACIÓN REFLEJA GRAN CAPACIDAD PLÁSTICA DE MOLUSCO SUB-ANTÁRTICO

Gracias al trabajo taxonómico de un equipo de científicos, se logró determinar la historia evolutiva del género Margarella, un gasterópodo austral. El estudio fue publicado en la revista científica Molecular Phylogenetics and Evolution. La biodiversidad de los ecosistemas patagónicos y […]

Gracias al trabajo taxonómico de un equipo de científicos, se logró determinar la historia evolutiva del género Margarella, un gasterópodo austral. El estudio fue publicado en la revista científica Molecular Phylogenetics and Evolution.

La biodiversidad de los ecosistemas patagónicos y de Antártica es inmensa y hasta el día de hoy investigadores de distintas disciplinas que se encargan de descubrir cómo han evolucionado los organismos sobre la base de eventos geológicos, climáticos y oceanográficos ocurridos durante los últimos 50 millones de años.

Ante estos cambios constantes, un grupo de científicos se ha centrado en estudiar la historia evolutiva de ciertas especies marinas, hallando más de una sorpresa. Este es el caso de un reciente estudio, publicado en la revista científica Molecular Phylogenetics and Evolution, que da cuenta del género Margarella, que incluye varias especies de pequeños gasterópodos (moluscos) con amplia distribución en la zona sub-antártica y Antártica.

El equipo liderado por el Dr. Claudio González-Wevar, investigador del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh), realizó una comparación entre especies del género Margarella provenientes de la costa austral de Sudamérica, Península Antártica e islas sub-antárticas como Malvinas, Georgias del Sur, Crozet y Kerguelen.

“La idea fue tener varios ejemplares de Margarella para efectuar comparaciones moleculares, actualizando así la taxonomía de las especies australes, información muchas veces basada en descripciones antiguas realizadas con lupa y mucho esfuerzo”, explica el Dr. González-Wevar, quien también es investigador del Instituto de Ciencias Marinas y Limnológicas (ICML) de la UACh y del Instituto Milenio de Ecología y Biodiversidad (IEB).

La investigación consistió en reconstrucciones filogenéticas y análisis poblacionales en siete especies nominales de Margarella, distribuidas en Antártica y la zona sub-antártica, a lo largo de más de siete mil kilómetros de distancia, en una región dominada por la Corriente Circumpolar Antártica (CCA). Sin embargo, los análisis moleculares detectaron la presencia de sólo cuatro linajes evolutivos (especies).

El caso más particular se da en la zona sub-antártica, entre Patagonia e islas Kerguelen, donde la nomenclatura indicaba la presencia de cuatro especies nominales de Margarella (M. violacea, M. pruinosa, M. expansa y M. porcellana) con marcadas diferencias morfológicas y de coloración. Sin embargo, los resultados obtenidos indican que a lo largo de este territorio existe solo una especie, M. violacea, por orden de descripción.

“Esto significa que este gasterópodo tiene una tremenda diversidad morfológica, denominada plasticidad fenotípica, que es la capacidad de un organismo de cambiar su fenotipo según el ambiente en que se encuentra. En el caso de los gasterópodos como Margarella, pueden cambiar su coloración en función de su alimentación”, comentó el Dr. González-Wevar ante este descubrimiento. Junto con esto, Margarella tendría una gran capacidad de dispersión entre zonas geográficamente lejanas a través del proceso de “rafting”, sobre objetos flotantes como las algas.

Otra de las conclusiones del trabajo es que los linajes de Margarella tienen un origen y diversificación relativamente reciente, posterior a la separación de las masas continentales donde se distribuyen o a la CCA, ocurridos hace aproximadamente 34 millones de años. El origen y diversificación de esta especie se asociaría a eventos oceanográficos y climáticos más recientes, incluyendo el inicio del periodo Cuaternario (2.5 millones de años).

El acceso a muestras de islas geográficamente aisladas requiere de una importante red de colaboración. Así, esta investigación contó con la participación de científicos provenientes de distintas instituciones como la Universidad de Concepción (UdeC), Universidad de Magallanes (UMAG), Universidad de Chile, Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), University of Otago (Nueva Zelanda), British Antarctic Survey (BAS) y el South Atlantic Environmental Research Institute (SAERI, Reino Unido), el Western Australian Museum Australia y la Universidad de Borgoña (Francia). Además, el presente estudio contó con el apoyo del Instituto Antártico Chileno (INACH) y del proyecto Anillo Antártico Genomic Antarctic Biodiversity.