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10 de julio de 2014

LA OFRENDA DEL GOL EN ESTOS TIEMPOS DE FÚTBOL

En 1297, una guerra entre Inglaterra y Escocia fue desalentada porque los soldados de Lankshire, tradicionalmente enemigos, desobedecieron a sus comandantes y prefirieron disputar su rivalidad en el futbol y no en el campo de batalla. Cuenta una leyenda que […]

En 1297, una guerra entre Inglaterra y Escocia fue desalentada porque los soldados de Lankshire, tradicionalmente enemigos, desobedecieron a sus comandantes y prefirieron disputar su rivalidad en el futbol y no en el campo de batalla. Cuenta una leyenda que hasta el Rey Eduardo I acabó participando. Es importante resaltar que, después de eso, los reyes Eduardo III, Ricardo II, Enrique IV, Enrique VIII y hasta Elizabeth I, ya en el siglo 16, legislaron contra el fútbol, sin resultados. La admiración por el fútbol desviaba al pueblo de los torneos de luchas de arco y flecha, debilitando los ejércitos. Se volvió necesario reprimirlo en nombre de la seguridad nacional del Imperio Inglés. Todo en vano. El deporte floreció y se extendió en nuestra cultura. Es un hecho sociológico extraordinario que el fútbol se haya implantado revolucionariamente, sin ningún catecismo o proselitismo, solo y exclusivamente a partir del alma del pueblo de abajo hacia arriba.
Dentro de una psicología simbólica del deporte en general, vemos que los juegos de masa, catalizadores de intensas emociones colectivas, no son un mero pasatiempo… El fútbol es el encuentro entre dos equipos opuestos controlando el balón con los pies e intentando llevarlo al gol contra el adversario. Su función superficial aparente es el ejercicio físico de los jugadores y el entretenimiento de los asistentes, entre tanto, visto en sus significados simbólicos, el fútbol es un ejercicio de confrontación de opuestos, durante el cual varias emociones son elaboradas, esto es, liberadas, ejercidas, conocidas y adiestradas. Más eficiente que cualquier universidad, el fútbol es una escuela de entrenamiento emocional, democrático y ético del alma colectiva con alto potencial pedagógico civilizador.
A través de los jugadores, de la pelota, del árbitro, de la victoria e incluso de la derrota, cada hincha va reviviendo de forma simbólica y altamente emocional los grandes sucesos de su propia existencia. El fútbol es un fenómeno cultural extraordinariamente profundo que prueba la enorme evolución de la conciencia colectiva. Luchar, competir con derechos iguales de expresión para vencer sin destruir… El fútbol es un fenómeno que hace vibrar el alma individual y cultural de un pueblo en la medida en que contiene los símbolos que expresan y nutren la vida psíquica de ese pueblo.
En el Arquetipo de la Alteridad, el conflicto con el otro es vivenciado como creativo. Y es este el gran mensaje de la democracia que propone el rescate de los polos reprimidos de la cultura para que los varios sectores y funciones de la vida crezcan, se confronten, se transformen y se multipliquen. El patrón de alteridad permite al Ego y al Otro relacionarse, afirmando su identidad junto con sus diferencias.
Las vigas maestras de la conciencia individual y colectiva son el Arquetipo Matriarcal de la sensualidad y el Arquetipo Patriarcal de la organización. Un tercer arquetipo que es el Arquetipo de la Alteridad reúne la organización y la sensualidad, el placer y el deber, la diversión y la obligación, el deseo y la ética en una relación dialéctica. Y el fútbol hace todo eso, pues relaciona creativamente el placer y el deber, el intelecto y la emoción, la afectividad y la agresividad, los pies y la cabeza, la voluntad consciente y el impulso irracional, el planeamiento y la espontaneidad, la victoria y la derrota.
En la mentalidad patriarcal los conflictos son resueltos mediante la represión y su clímax es la guerra. En el patrón de alteridad- (alter es otro), que se caracteriza por considerar que una pareja o adversario consagra al otro, los conflictos son abordados por medio de la interacción de la tesis con la antítesis para renacer ambas modificaciones en cada nueva síntesis.
La finalidad del fútbol es bregar con muchas emociones principalmente, la agresividad, la afectividad grupal, la competitividad, la esperanza de la victoria y la depresión de la derrota y convivir creativamente con ellas, organizándolas en función del centro, esto es, del gol. El Gol es el altar. Espacio sacralizado para la vivencia del éxtasis. El goleador es el héroe. Que en el fútbol no se expresa el héroe patriarcal que mata al dragón sino el héroe de alteridad que enfrenta al dragón y rescata el tesoro sin matarlo.
La devoción al club y la fuerza de la hinchada organizada pueden ser dirigidas hacia el desafío de la integración en las actividades colectivas aliadas a las instituciones públicas y privadas. En el fútbol como en la democracia debemos ser adversarios por ganar el juego, y no destruir ni ver al otro como enemigo.
(Por Carlos Amadeu Botelho Byington, médico psiquiatra y analista junguiano. Diplomado por el Instituo C. G. Jung de Zürich. Miembro fundador de la Sociedad Brasileña de Psicología Analítica y primer presidente. Director de Educación del Curso de Formación de Analistas del SBPA (Sociedad Brasileña de Psicología Analítica). Fundador de la Sociedad Moitará para el estudio de los símbolos de la cultura brasileña, posteriormente incorporado al SBPA)