0d48ec9d-a119-4787-8781-70de66845b73-medium-standard-q100.png

22 de abril de 2017

LAS LECCIONES DE LA MEJOR PROFESORA DEL MUNDO

Hace poco el Global Teacher Prize 2017, premio conocido como el Nobel de la Educación, eligió como la mejor profesora a la canadiense Maggie MacDonnell. Ella trabaja en una pequeña escuela rural del Ártico –una zona con condiciones climáticas extremas– […]

Hace poco el Global Teacher Prize 2017, premio conocido como el Nobel de la Educación, eligió como la mejor profesora a la canadiense Maggie MacDonnell. Ella trabaja en una pequeña escuela rural del Ártico –una zona con condiciones climáticas extremas– a la cual asisten jóvenes de una comunidad esquimal indígena que presentan un alto consumo de drogas y alcohol, abusos sexuales, embarazos adolescentes y altas tasas de suicidio.
Ante un contexto tan inhóspito ¿cómo es posible ejercer la docencia y favorecer el bienestar de los estudiantes?
En primer lugar, Maggie MacDonnell venció uno de los aspectos que más preocupan a la comunidad educativa: la participación. La motivación intrínseca solo se consigue cuando los objetivos de aprendizaje se alinean con los propios intereses. Desde ahí alienta a sus alumnos a que se integren en programas que realmente son atractivos para ellos como la cocina, mecánica y el deporte, entre otros.
En segundo lugar, observó cuáles son las cualidades y talentos de cada alumno para potenciarlos en pro de la comunidad, un aspecto fundamental desde un punto de vista de bienestar subjetivo. Realizar acciones que potencian la experiencia de emociones de trascendencia como la gratitud y la compasión favorecen un aumento del propio bienestar. Además, que los jóvenes contribuyan a la comunidad favorece su sentido de pertenencia y les da un objetivo de vida importante que va más allá de lo individual.
En tercer lugar, en una comunidad donde el día a día está sometido a fuertes adversidades los jóvenes –más aún en la etapa adolescente– suelen ser los más vulnerables. La profesora MacDonell reforzó la confianza de sus estudiantes potenciando sus fortalezas para que desarrollen la capacidad de resiliencia. Para eso generó un centro de entrenamiento y un club de corredores porque sabía que el ejercicio físico les permitiría ser más tolerantes ante las situaciones frustrantes y les devolvería la confianza en sus propias capacidades.
Frente a la experiencia exitosa de la profesora MacDonell resurgen las dudas que, en la actualidad, azotan a la mayoría de sistemas educativos en el mundo: ¿estamos educando a nuestros niños y niñas integralmente para que sean buenas personas?
La respuesta a esta pregunta pudiera ser que el sistema educativo está diseñado para favorecer los procesos de enseñanza-aprendizaje y que la tarea educativa debe recaer especialmente en las familias. Sin embargo, los casos de corrupción a los que nos enfrentamos todos los días en todo el mundo y la creciente escalada de violencia entre países que amenaza de nuevo a la seguridad internacional debe hacernos reflexionar sobre cuál es el papel que debe adoptar el sistema educativo ante esta realidad.
Por primera vez, organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la OCDE e incluso el Foro Económico Mundial se han puesto de acuerdo en aceptar que el desarrollo de habilidades socio-emocionales y la mejora del bienestar subjetivo de nuestros niños y adolescentes son una prioridad.
Esto implica que los sistemas educativos deben empezar a parecerse cada vez más a la experiencia de la mejor profesora del 2017 si queremos para nuestras futuras generaciones un mundo con menos corrupción, menos desigualdad social y una mayor responsabilidad social con los demás y con nuestro entorno.

Dr. Xavier Oriol Granado
Núcleo de Investigación en Educación
Universidad Andrés Bello