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13 de marzo de 2010

LO QUE TODO MAGALLÁNICO DEBE SABER – IX

¿Porqué el título “Lo que Todo Magallánico Debe Saber? Porque la cultura regional es única. Porque nuestras costumbres y tradiciones nacen de las diversas corrientes migratorias que llegan a este Sur del Mundo. Y también porque cada habitante de esta […]

¿Porqué el título “Lo que Todo Magallánico Debe Saber? Porque la cultura regional es única. Porque nuestras costumbres y tradiciones nacen de las diversas corrientes migratorias que llegan a este Sur del Mundo. Y también porque cada habitante de esta zona austral, especialmente los estudiantes y guías turísticos deberían conocer estas historias para contarlas, entregarlas a visitantes tanto nacionales como extranjeros con la mayor cantidad de detalles y, por supuesto para atesorar esto que pertenece a Magallanes como el viento, la nieve, el mar que nos rodea, los canales, las islas y el ser humano que es también único.

Avanzada la ocupación colonizadora en Magallanes que, como era obvio, prefirió los campos de mejor aptitud pastoril, que muchas veces coincidían con territorios de caza de los indígenas, éstos últimos se vieron de hecho impedidos de utilizarlos como había ocurrido hasta entonces, circunstancias de la que derivó una primera consecuencia: la fragmentación grupal y la dispersión.

Esta situación afectó a tres comunidades, una de las cuales dirigía uno de los principales jefes tehuelches: el “Cacique Mulato”. Hacia 1892 este grupo tenía un área de dispersión entre Dinamarquero y el valle del Zurdo e inmediaciones.

En la medida que avanzaba la colonización, los campos iban siendo alambrados y con ello se restringía el acceso de los naturales a sus terrenos de caza, provocando una segunda consecuencia: la tendencia hacia la sedentarización.

El Gobernador Manuel Señoret, decidió entonces enviar una comisión exploradora, en febrero de 1893, con el fin de ubicar a Mulato para estudiar la posibilidad de entregarles la concesión de algún campo extenso suficiente para la importancia numérica de animales que poseían. Mulato, ejercía superioridad sobre más de un centenar de indígenas, siendo dueño de una hermosa caballada que alcanzaba a los 400 equinos, algunos de los cuales eran entrenados para competir en las carreras troperas o a la chilena que se realizaban en Magallanes.

Por Decreto 70 del 23 de febrero de ese año, se concedió al cacique un permiso provisorio para ocupar y explotar 10 mil hectáreas de terrenos fiscales, ubicados en el límite con la Argentina y al oriente del río Brazo del Zurdo. En Septiembre de 1905, se realizó por parte del gobierno una subasta de tierras, adjudicándose las hectáreas de los tehuelches a la Sociedad Explotadora Tierra del Fuego. Ante el hecho consumado, que implicaba el desalojo a corto plazo, el cacique Mulato viajó con su familia a Santiago a fin de entrevistarse con el presidente de la República Germán Riesco, obteniendo de éste sólo palabras amables pero no soluciones.

Al regresar de Santiago, la familia venía con una peste: la viruela, que contrajo una sobrina en Valparaíso, la cual falleció poco antes de llegar a Punta Arenas. Cuando Mulato, su mujer y Caluka, uno de sus hijos volvieron entristecidos a su casa de la reserva de El Zurdo, traían consigo el contagio mortal. En cosa de días, murieron la madre, luego Mulato y al fin su hijo, terminando con ello una de las principales familias de la estirpe Aonikenk.

(Foto: Mulato, su esposa, su hijo y una sobrina.)