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7 de mayo de 2013

SISMOS QUE REFLEJAN FALLAS TECTÓNICAS

Los grandes movimientos sociales y ciudadanos del 2011 y del 2012 constituyen temblores sociales que reflejan fracturas profundas en el curso del desarrollo de nuestra sociedad. Son sismos que ocurren en la superficie de la vida social, pero que dan […]

Los grandes movimientos sociales y ciudadanos del 2011 y del 2012 constituyen temblores sociales que reflejan fracturas profundas en el curso del desarrollo de nuestra sociedad. Son sismos que ocurren en la superficie de la vida social, pero que dan cuenta de fallas tectónicas profundas en nuestra sociedad. No se trata de episodios superficiales, marcados por las multitudes, los desórdenes y el impacto televisivo de las manifestaciones.

Estamos viviendo en Chile los mismos temblores sociales que han sacudido a las sociedades árabes, a las sociedades europeas en este mismo tiempo.

Ha ocurrido además algo más profundo.

Se ha puesto de manifiesto la emergencia de una nueva conciencia colectiva, de una nueva forma de entender lo público y la vida en sociedad, la política y el gobierno. Asistimos a la etapa final (que puede durar varios años y acaso decenios) de un prolongado ciclo socio-cultural de modernidad periférica, caracterizado por la creencia en la inmutabilidad del Estado y la inmovilidad de las instituciones y donde los valores impuestos eran el orden, el paternalismo, la autoridad, el respeto a las jerarquías. En Chile en los recientes 20 ó 10 años, todo parecía funcionar normal y bien, cuando en realidad vemos por todos lados evidentes señales de un creciente malestar social con las instituciones y la política, lo que indica que este estado de indignación latente hoy se estaba incubando desde hace bastante tiempo atrás.

Y entramos en un nuevo ciclo social y cultural durante esta primera mitad del siglo XXI, donde los valores dominantes son y continuarán siendo la libertad para pensar y discrepar, el respeto a la diversidad, el respeto a la naturaleza, la exigencia ética a la función pública, entre otros.

La mejor demostración que vivimos una crisis de las instituciones y del Estado, es que la mayoría de los actores políticos e institucionales se niegan a reconocer que estamos en una crisis de las instituciones existentes y dominantes. El peor momento de una enfermedad, es aquel en que el paciente no reconoce la patología en la que está sumergido.

Vemos un acelerado deterioro de la fe pública y del sentido del servicio público, y sobre todo, una impactante pérdida de credibilidad de las instituciones ante la ciudadanía. No es solo obra de un gobierno: es el efecto reflejo de un cambio de mentalidad, de un cambio en la conciencia social y colectiva de los ciudadanos, caracterizado por la revalorización de la política y por el descrédito al discurso y a las prácticas de la política tradicional.

La gente reclama nuevas formas de hacer políticas y nuevos rostros en política, y ese es el cambio mayor que está ocurriendo entre nosotros.

Cuando en menos de una semana, una corriente de opinión ciudadana, múltiple y diversa, reclama que se hagan primarias para elegir a los candidatos al Congreso, en medio de una crítica descarnada a los partidos políticos y sus prácticas elitistas y centralistas, algo tiene que estar sucediendo en el subconsciente colectivo de los chilenos. ¡Hoy un amplio número de actores políticos y ciudadanos reclama que se hagan primarias para que se elijan a los candidatos, cuando hace tres o cuatro años atrás, el concepto de primarias ni siquiera estaba instalado en el debate público!

No perdamos de vista sin embargo que la cuestión de las primarias, apenas ocupa y preocupa a la clase política y a los ciudadanos altamente informados y conscientes de los asuntos públicos, pero, hay que reconocer que cada vez más ciudadanos toman conciencia del estado en que se encuentran los asuntos públicos, y eso también es un cambio notable.

CIUDADANO POLAR

Punta Arenas – Magallanes, martes 7 de mayo de 2013.