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23 de julio de 2011

SUDÁN DEL SUR: CUANDO UNA NIÑA TIENE MÁS POSIBILIDADES DE MORIR DANDO A LUZ QUE DE ACABAR LA PRIMARIA

Hace unos pocos días el mundo fue testigo de un acontecimiento poco común: el nacimiento de un nuevo país. Tras veinte años de conflicto y cerca de dos millones de muertos, Sudán del Sur será un recuerdo permanente de uno […]

Hace unos pocos días el mundo fue testigo de un acontecimiento poco común: el nacimiento de un nuevo país. Tras veinte años de conflicto y cerca de dos millones de muertos, Sudán del Sur será un recuerdo permanente de uno de los fracasos políticos y humanitarios más monumentales de la comunidad internacional. Y la mala noticia es que no parece que los países desarrollados tengan mucha intención de enmendarse.
Si hay algo que está claro es que la declaración de independencia no terminó con los problemas de los sursudaneses. El nuevo país comienza su andadura bajo la amenaza permanente de nuevas agresiones por parte de sus vecinos árabes del norte y con los pies atados por la pobreza. Como recuerda Kevin Watkins en un artículo publicado en The Guardian, «Uno de cada tres niños de Sudán del Sur sufren desnutrición severa. Los niveles de mortalidad materna están entre los más altos del mundo. (…) Con una población equivalente a la de Londres, el nuevo país tiene menos de 400 niñas en el último grado de educación secundaria. De hecho, las adolescentes tienen más posibilidades de morir al dar a luz que de escapar del analfabetismo».
Este investigador británico, director del Informe de Educación de la UNESCO, publicó hace algunas semanas un informe que sugiere un argumento inquietante: si la educación debe constituir un punto de partida fundamental para la construcción de este nuevo país, Sudán del Sur tiene buenas razones para estar preocupado. A pesar de que los acuerdos de paz de 2005 han multiplicado por cuatro la cobertura de la educación primaria, la nueva nación africana ocupa en este momento el penúltimo lugar del mundo en este indicador y el último en cobertura de la educación secundaria. Los problemas van desde la carencia de escuelas y maestros (con un ratio de 1 a 100 con respecto a los alumnos) hasta la discriminación crónica de las niñas, las últimas en acceder a la educación y las primeras en abandonarla. De hecho, los niveles generales de abandono escolar son escalofriantes, como muestra el gráfico adjunto.
Pero la investigación de la UNESCO no se limita a describir el problema, sino que pone negro sobre blanco el fracaso de la comunidad de donantes, que han convertido este caso en un paradigma de las insensateces que pueblan los programas de ayuda internacional. Junto con la dispersión, la infradotación y la incertidumbre de los desembolsos, el fondo multilateral coordinado por el Banco Mundial desde 2005 ha estado lastrado por tal cúmulo de condiciones y rigideces que buena parte de los 548 millones de dólares comprometidos se han quedado estancados en cuentas corrientes de Washington, en vez de llegar a las aulas de las aldeas sursudanesas. La incapacidad de los donantes oficiales contrasta en este caso con la eficacia del Fondo de Servicios Básicos, canalizado a través de ONG como Save the Children, que ha construido escuelas y formado maestros en las zonas más remotas del país.
Sudán del Sur necesitará toda la ayuda que pueda conseguir para no caer de manera fulminante en la categoría de ‘Estado fallido’. Impedir las matanzas perpetradas por el ejército sudanés y las milicias afines es una de las más evidentes, pero sería un error despreciar el papel de servicios esenciales como la educación en el futuro de unas comunidades que ya han sufrido demasiado y durante demasiado tiempo.
(Por Gonzalo Fanjul, publicado en elpais.com)