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3 de noviembre de 2014

TEXTO COMPLETO DE LA CARTA DE SEBASTIÁN ELCANO A CARLOS V

Señor director Envío a Ud el texto de la carta de Sebastián Elcano envía al emperador Carlos V a su regreso a Sevilla después de la primera vuelta al mundo. Existen una serie de documentos algunos de ellos con imágenes […]

Señor director
Envío a Ud el texto de la carta de Sebastián Elcano envía al emperador Carlos V a su regreso a Sevilla después de la primera vuelta al mundo.
Existen una serie de documentos algunos de ellos con imágenes de archivos originales de la expedición Magallanes, en ellos se puede encontrar respuesta a preguntas y cuestionamientos que se mantienen hasta hoy como por ejemplo el nombre de Magallanes era Hernando o Fernando, en esta carta encontramos la respuesta de cómo lo llamaban sus compañeros en esa expedición ; Fernando.
Estoy convencido que seria de gran ayuda a que los medios locales pudiesen divulgar este material para que el publico no docto pueda tener acceso directo a documentos originales y en base a ellos conformar de manera fundamentada su propia opinión de la historia.

Juan Mattassi

Carla de Juan Sebastián del Cano al Emperador dándole breve relación de .su viaje en la armada de Ma- gallanes y de su regreso en la nao Victoria>.

Muy alta e ilustrisima Majestad: Sabrá vuestra alta Majestad cómo hemos llegado diez y ocho hombres so lamente con una de las cinco naves que V. .M. envió a descubrir la Especería con el capitán Fernando de Ma- gallanes, que haya gloria; y porque V. M. tenga noticia de las principales cosas que hemos pasado, con breve- dad escribo ésta y digo: primeramente llegamos a los
54 grados al sur de la linea equinoccial, donde hallamos un estrecho que pasaba por la tierra firme de V. M. al mar de la India, el cual estrecho es de cien leguas, del cual desembocamos, y en tiempo de tres meses y 2odías, logrando vientos bien favorables, no topamos tierra al- guna, sino solo dos islas inhabitadas ‘ y pequeñas: y después llegamos a un archipiélago de muchas islas bas- tante abundantes de oro. Faltandonos por su muerte el di- cho capitán Fernando de Magallanes, con muchos otros, y por no poder navegar por la falta de gente, habiendo quedado muy pocos, deshicimos una de las naves, y con las dos restantes navegamos de isla en isla, viendo modo de ariibar, con la gracia de Dios, a las islas de Maluco, lo que ocurrió al cabo de ocho meses de haber sucedido la muerte del dicho capitán, y allí cargamos las dos naves de especería. Ha de saber V. M. cómo navegando hacia las dichas islas de Maluco, descubri- mos el alcanfor, canela y perlas.

Deseando partir de las dichas islas de Maluco la vuel- ta de España, se descubrió una grandísima vía de agua en una de las naves, de tal modo que no se podía reme- diar sin descargarla; y pasando la época en que las na- ves navegan para Zabba y Melara, resolvimos o morir, o con toda honra servir a V. M., para hacerle sabidor del dicho descubrimiento, partir con una sola nave, es- tando en tal estado, por causa de la broma, que sólo Dios lo sabe; en cuyo camino descubrnnos muchas islas ri- quísimas, entre las cuales descubrimos a Bandam, don- de se dan el gengibre y la nuez moscada, y Zabba, don- de se cría la pimienta, y Timor, donde crece el sándalo, y en todas las sobredichas islas hay infinito gengibre.
La muestra de todas estas producciones, recogidas en las islas mismas en que se dan, traemos para mostrar a V. M.

La paz y amistad de todos los reyes y señores de las dichas islas, firmadas por sus propias manos, traemos para \\ i\L, pues desean servirle y obedecerle como a su rey y señor natural.

Í abiendo partido de la última de aquellas islas, en cinco meses, sin comer más que trigo y arroz y bebien- do sólo agua, no tocamos en tierra alguna, por temor al Rey de Portugal, que tiene ordenado en todos sus do- minios de tomar esta armada, a fin de que V. M. no tenga noticia de ella, y así, se nos murieron de hambre veinte y dos hombres; por lo cual y la falta de vituallas, arribamos a la isla de Cabo Verde, donde el Gobernador de ella me apresó el batel con trece hombres, y quería llevarme junto con todos mis hombres en una nave que volvía de Calicut a Portugal cargada de especiería, di- ciendo que sólo el Pey de Portugal podía descubrir la especieria; y a ese intento armó cuatro naves para apre- sarme; pero resolvimos, de común acuerdo, morir antes que caer en manos de los portugueses, y así. con gran- dísimo irabajo de la bomba, que de día y de noche no hacíamos otra cosa que echar fuera el agua, estando tan estén uados como hombre alguno lo ha estado, con la ayuda de Dios y de Nuestra Señora, después de pasados tres años, dimos fondo en . 2

Por tanto, suplico a vuestra alta Majestad que provea con el Rey de Portugal la libertad de aquellos trece hombres, que tanto tiempo le han servido, y más sabrá \’. M. que aquello que más debemos estimar y temer es que hemos descubierto y dado la vuelta a toda la re- dondez del mundo, que yendo para el occidente hayamos regresado por el oriente.

Suplico a V. M., por los muchos trabajos, sudores, hambre y sed, frío y calor que esta gente ha padecido en servicio de Y. M., les haga merced de la cuarta v de la veintena de sus efectos y de lo que consigo traen. \’
con esto ceso, besando los pies y manos de vuestra alta Majestad.

Escrita a bordo de la nao Victoria en Sanlúcar, a seis días de septiembre de i322. — El capitán Juan Sebas- tián del Cano

Carta Publicada en italiano en las pp. 103-104 del volumen I, ruarte III, de la liacculta di documenti e studi de la R. (lom- missione (Colombiana, Roma, 1892, gran l’ulio.

Traducido y publicado en Chile por José Toribio Medina Santiago 1920
juan Mattassi