12 de abril de 2015
Y no seas incrédulo, sino creyente.
Los discípulos han llegado a la fe en el Resucitado desde su propia experiencia. Pero, ¿con qué experiencias podemos contar nosotros para agregarnos a la fe de los primeros creyentes?
Ciertamente, el testimonio de los primeros testigos no basta. Cada uno debemos recorrer nuestro propio itinerario hacia el encuentro con el Resucitado.
La equivocación de Tomas no está en pretender su propia experiencia pascual, sino en querer verificar la «realidad» del Resucitado con sus manos y sus ojos. No es la verificación científica la que lleva al encuentro con el Resucitado, sino la experiencia de fe.
Pero, ¿cuál puede ser hoy nuestra experiencia del Resucitado? ¿Dónde y cómo vivir la fe en la resurrección, sin reducirla a un mero convencimiento teórico e inoperante? ¿Cómo y cuando se hace presente la fuerza del Resucitado en la vida y la actuación de los creyentes?
Antes que nada, hemos de decir que la resurrección se vive y se hace presente donde se lucha por la vida y se combate contra la muerte. Donde se liberan las fuerzas de la vida y donde se lucha contra todo lo que deshumaniza y mata al hombre.
Creer hoy en la resurrección es comprometerse por una vida más humana, más plena, más feliz. «La resurrección se hace presente y se manifiesta allí donde se lucha y hasta se muere por evitar la muerte que está a nuestro alcance, y por suprimir el sufrimiento que se puede evitar» (J. M. Castillo).
Quien a pesar de fracasos, frustraciones y sufrimientos, lucha incansablemente por todo aquello por lo que luchó Jesús, está caminando con él hacia la vida.
Creemos en el gesto resucitador de Dios cuando darnos vida a los crucificados, cuando damos vida a quienes están amenazados en su dignidad y en su vida misma. Vivir como resucitados es vivir como servidores, buscando la vida y la justicia por la que Jesús vivió y murió.
A partir de la resurrección, los primeros creyentes confesaron a Jesús como Señor. Pero esto no es una pura afirmación teórica. Se trata más bien dé hacer que Jesús sea realmente Señor de la historia y de la vida.
Pero entendámoslo bien. El señorío de Jesús resucitado no significa solamente que Cristo sea reconocido por los creyentes, sino que seamos servidores como él lo fue. «El reino de Cristo se hace real en la medida en que hay servidores como él lo fue» (J. Sobrino).
"El plan viene a orientar las obras de infraestructura necesarias para el desarrollo de esta industria y otras actividades comerciales”, detalló durante la exposición el subsecretario de Energía, Luis Felipe Ramos.
"El plan viene a orientar las obras de infraestructura necesarias para el desarrollo de esta industria y otras actividades comerciales”, detalló durante la exposición el subsecretario de Energía, Luis Felipe Ramos.