14 de noviembre de 2024
El patio interior del Jardín Infantil "Mar y Cielo" de Punta Arenas se llenó de color y creatividad con distintos stands hechos de materiales reciclados que recreaban paisajes y escenas del Territorio Antártico. Esta actividad, realizada durante la primera semana de noviembre, ofreció a los niños y niñas una experiencia educativa inmersiva, acercándolos a la realidad del continente blanco a través del juego y la exploración.
Desde hace algunos años, este establecimiento ha estado trabajando arduamente con el propósito de obtener el "Sello Antártico", una meta que su cuerpo docente considera fundamental en su misión educativa. "Es como sembrar una semillita en tierra infantil. Queremos que los niños sientan un cariño especial por la Antártica, ya que es parte de su identidad como habitantes de Punta Arenas. Quizás en el futuro se conviertan en investigadores o trabajen en la Marina y también puedan viajar a la Antártica", explica su directora, la Educadora de Párvulos Carla Barrera.
La actividad incluyó diversos stands temáticos sobre la flora y fauna de la Antártica, elaborados con materiales traídos por los propios alumnos. Los niños y niñas, desde los cinco meses hasta los cinco años, participaron activamente en la creación y presentación de sus trabajos, una experiencia clave para su desarrollo, según explica su directora: "Estas experiencias dejan marcas que los acompañarán toda su vida. En esta etapa de mayor plasticidad cerebral, es fundamental que puedan explorar, trabajar, ensuciarse y aprender a través de los sentidos".
Para lograr la certificación, el jardín sigue la "Ruta del Iceberg," una guía educativa creada por la Fundación Gaia que propone temas mensuales relacionados con la Antártica. Hasta ahora, los niños han aprendido sobre las estaciones en los polos y han explorado las diferencias entre la Antártica y el Ártico, especialmente en fauna y clima. Su directora destaca: "Conocen a personajes históricos como Shackleton y el Piloto Pardo, y también las características de distintas especies, como los tipos de pingüinos. Incluso algunos han visitado el monumento al Piloto Pardo en la costanera, lo cual refuerza su aprendizaje".
Muchos de los padres y apoderados son funcionarios de la Armada y algunos con experiencia en el continente blanco, lo que añade un elemento significativo al proyecto. "Algunos niños nos cuentan: 'Mi papá fue a la Antártica y me mostró una foto de un pingüino'. Ese vínculo hace que el tema sea familiar y relevante para ellos", comenta.
Y el desafío es importante. Lograr la certificación de "Sello Antártico" para el próximo año es uno de los grandes objetivos de este establecimiento preescolar. "Si todo sale bien, en mayo completaremos los dos años de trabajo necesarios para la certificación. Esto nos destacará a nivel regional, nacional e internacional como un jardín comprometido con la educación ambiental y antártica", explica la directora.
Este reconocimiento permitirá al jardín integrar formalmente esta temática en su proyecto educativo y conectando de esta forma a las futuras generaciones con el patrimonio antártico de la región.
Este resultado se debe al aumento de la producción de la industria manufacturera, acompañado por el crecimiento en los servicios y el resto de los bienes, especialmente en los sectores personales y empresariales.
Este resultado se debe al aumento de la producción de la industria manufacturera, acompañado por el crecimiento en los servicios y el resto de los bienes, especialmente en los sectores personales y empresariales.