9 de junio de 2023
En el pasar de los días vamos experimentando de modo sorprendente el cambio climático y sus efectos en nuestra Patagonia: estamos casi a mitad de junio y aun no cae nieve, y lo habitual era que la primera nevada cayese a fines de abril o comienzos de mayo. En lugar de la nieve ausente, ahora llueve bastante y el típico frío seco de Punta Arenas -que nos protegía de los resfríos- ha dejado paso a un frío húmedo que penetra hasta los huesos y tiene resfriada a media ciudad. Incluso, aparece un fenómeno que antes era raro, como es la húmeda neblina; así, cuando antes se suspendía algún vuelo de avión era a causa de la abundancia de nieve en la pista del aeropuerto, ahora es por la neblina. Los trineos con que niños y jóvenes jugaban, hace años que están guardados entre los cachureos de las casas, y la antigua laguna de patinar ya es parte de las fotos de los museos.
Resulta que el lunes pasado, 5 de junio, se conmemoró el Día Mundial del Medio Ambiente, establecido por las Naciones Unidas hace 50 años para desarrollar la conciencia y responsabilidad en el cuidado del medio ambiente, y si bien acá hubo algunos actos conmemorativos, algunos textos periodísticos y acciones educativas en algunos colegios, para buena parte de la gente, ese día pasó sin pena ni gloria.
Parece que no nos hemos dado cuenta que vivir en la Patagonia es un tremendo privilegio, pues uno de los mejores atributos de la región son nuestras bellezas naturales, las cuales son el soporte de todo el movimiento económico vinculado al turismo. Cada año son miles de personas que vienen a conocer nuestras bellezas naturales y a gozar de nuestra -todavía- relativa calidad medioambiental. Por eso, vivir en la Patagonia es un privilegio y, al mismo tiempo una gran responsabilidad en el cuidado de nuestro medio ambiente. Privilegio de vivir en medio de tanta belleza y responsabilidad de su cuidado.
Por eso, tenemos que educarnos en el cuidado del medio ambiente, y enfrentar cualquier actitud irresponsable que destruya o contamine el medio ambiente. En esto no es posible la negación del problema, la indiferencia o la resignación. No somos los dueños de ciertos “recursos naturales”, sino que somos los custodios de la maravillosa obra creadora de Dios. La tierra, el aire, el agua, la biodiversidad no son recursos naturales, sino que son bienes comunes.
Pero todavía hay necesidad de una toma de conciencia aún mayor, porque cuando hablamos de medio ambiente, tendemos a pensar en algo externo a nosotros, en el entorno natural, sin darnos cuenta que nosotros somos parte del medio ambiente. El Papa Francisco lo dijo con mucha claridad en su carta sobre el cuidado de la Casa Común: “cuando se habla de ‘medio ambiente’, se indica particularmente una relación, la que existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Esto nos impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella”. Quizás no nos hemos dado cuenta, o no le hemos tomado el peso, al hecho de que el medio ambiente no es el entorno natural, sino que somos parte del medio ambiente y toda nuestra vida depende de esos bienes comunes que los seres humanos deterioramos, depredamos y destruimos.
El obispo de Aysén, Luis Infanti, en el acto que realizaron en Coyhaique para conmemorar el Día Mundial del Medio Ambiente señaló: “La madre Tierra, sin los seres humanos puede vivir fecunda y armónicamente. Pero los seres humanos, sin la madre Tierra y todos sus elementos (tierra, agua, aire, alimentos, energía, animales, plantas, etc.) no podemos vivir. Sin embargo, de manera irresponsable e inmoral, los seres humanos ponemos en grave peligro nuestra misma vida, al destruir los bienes de la Creación a un ritmo más acelerado de lo que el proceso natural de la Creación puede dar. Entonces percibimos claramente que la crisis ambiental tiene su origen en una crisis de civilización, que sangra en crisis éticas, sociales, políticas, económicas, energéticas, culturales, religiosas, educativas, morales, jurídicas, tecnológicas, comunicacionales, científicas, etc. y como ‘todo está conectado’, la crisis ambiental y la crisis humana, son una sola crisis, de la cual nadie se salva sólo”.
Entonces, ¿no le parece que es algo para tomar en serio?, ¿no le parece que necesitamos una solidaridad nueva con el medio ambiente del cual formamos parte?, ¿no le parece que necesitamos una conversión ecológica?
Km 135 de la ruta CH 257.
Km 135 de la ruta CH 257.