Poco nos duró el contento de haber estado en la fase 3 (Preparación) del plan “Paso a paso”. Fue casi un mes que nos permitió desarrollar una vida que nos parecía menos limitada en las posibilidades de las actividades de cada uno, de encuentro con personas, de trabajo y distracción, especialmente los fines de semana. Poco nos duró…
Cuando hace unos días se anunció que en Punta Arenas retrocedemos a la fase 2 (Transición) fue como que la ciudad quedó cubierta por un manto de tristeza, como si un ánimo deprimido lo invadiera todo y se hiciera más agobiante el cansancio de vivir esta pandemia. Las lamentaciones y el desencanto llenaban las conversaciones en la familia, en el trabajo, con los amigos.
Pero, junto con este ánimo deprimido comenzaron a abrirse camino las preguntas de por qué ocurre este sube y baja, quiénes son responsables de esta situación que no sólo afecta diversas actividades o ámbitos laborales, familiares y sociales, sino que pone otra carga de cansancio sobre la salud mental de todos.
Las respuestas a las preguntas de por qué tenemos que vivir este sube y baja, de fase en fase, no son un misterio para nadie, y son las que se han escuchado en tantas conversaciones de estos días; “todos tenemos la culpa, por no cuidarnos”, “los principales culpables son los irresponsables que no entienden”, “la culpa de algunos jefes que hacen trabajar sin medidas de precaución sanitaria”, y… ¡las fiestas!
A propósito de las fiestas, es cierto que el cansancio de la pandemia pide a muchas personas el deseo de encontrarse con otras en un ambiente festivo y de diversión; también es cierto que hay muchos deseos de las familias de encontrarse y festejar tantos acontecimientos familiares -como cumpleaños, aniversarios, reencuentros, etc- que se han tenido que postergar, y también es cierto que las fiestas son parte de la vida, pero… hay que decirlo y repetirlo hasta el cansancio y hasta que los porfiados lo entiendan: no es posible encontrarnos en fiestas cuando estamos poniendo en riesgo la salud y la vida de otras personas. Seguir con las fiestas en estos tiempos no sólo es una irresponsabilidad para con la propia familia y los demás, sino que es una muestra evidente de un egoísmo vergonzoso, que dice: “con tal de divertirme, no me importan los demás”.
Pero la otra respuesta que todos sabemos a este sube y baja de una fase a otra, son las irresponsables conductas laborales, a veces propiciadas por los mismos responsables de empresas o ambientes de trabajos, como cuando no se exige a todos los trabajadores el cumplimiento de medidas sanitarias, o no están los medios adecuados de sanitización, o -peor aún- cuando se impide que los trabajadores se cuiden, al no ver con buenos ojos o impedir que los trabajadores y trabajadoras acudan a tomarse un examen PCR, porque significa que no pueden volver a trabajar hasta que les den el resultado, es decir, por dos días, o porque en caso de dar positivo en el examen eso significará la fiscalización y el eventual cierre de ese lugar de trabajo.
En una palabra, aquí la culpa la tenemos todos si es que no nos cuidamos bien y no seguimos las normas sanitarias, pero también de una manera especial hay que exigir que los porfiados e irresponsables -sea en el ambiente laboral o por la realización de fiestas- piensen en el bien común y colaboren a cuidarnos entre todos.
15 de abril de 2021