14 de julio de 2023
Si este año el 16 de julio no hubiese caído en día domingo, habría sido feriado, porque es una celebración de la comunidad católica que es recocida como una fiesta con impacto nacional. Es el día en que católicos celebramos a la Madre de Jesús, como la Virgen del Carmen, reconocida como Patrona del pueblo de Chile.
Pero, ¿qué significa que la Virgen del Carmen sea la Patrona de nuestra patria?, ¿es una simple curiosidad histórica?, ¿es una muestra de una religiosidad propia de otros tiempos?, ¿o es algo que tiene que ver con nosotros hoy día?
Evidentemente que esta celebración tiene una dimensión histórica que se enlaza con el nacimiento de nuestro país. En el Museo del Carmen de Maipú se guarda un documento del 5 de diciembre de 1811 en que, con las firmas de Bernardo O’Higgins y José Miguel Carrera, a menudo presentados como antagonistas entre sí y como muy lejanos de la fe cristiana, solicitan al Vicario de la Diócesis de Santiago la celebración de una Misa de agradecimiento y dicen: “la Santísima Virgen que se celebra es la protectora de la patria y a ella han de dirigirse nuestros himnos”.
Esta afirmación de Bernardo O’Higgins y de José Miguel Carrera, muchas veces renovada, quedó sellada por el juramento realizado por los “padres de la patria” en la cercanía de la obtención definitiva de la independencia del país, que dice: “en el mismo sitio donde se dé la batalla y se obtenga la victoria, se levantará un Santuario de la Virgen del Carmen, Patrona y Generala de los Ejércitos de Chile”. Tal es el origen del Santuario de Maipú a la Virgen del Carmen y su reconocimiento como la Patrona de nuestro país.
Pero para entender de qué se trata esto, hay que mirar de quien se está hablando. Se trata una madre, de María de Nazaret, Madre del Señor Jesús. Ocurre que, para todas las personas, una de las vivencias fundamentales es la del cobijamiento en los brazos de la mamá; cobijamiento en el que se aprenden las principales lecciones sobre la gratuidad del amor y del perdón. Allí aprendemos a reconocer a otros como hermanos, como hijos amados de la misma madre, por diferentes que sean. En los brazos de la mamá y escuchando los latidos de su corazón, es donde las personas aprendemos las principales lecciones de nuestra vida.
A esta vivencia tan humana, se une la experiencia colectiva de un pueblo que se reconoce mayoritariamente creyente en el Señor Jesús, y que mira a la Madre del Señor como la que cobijó a Jesús en sus brazos y en su corazón, como la que cuida y educa en lo fundamental que necesitamos los seres humanos: el amor a Dios y a los hermanos. Por eso, reconocer a la Madre del Señor como la Protectora de nuestro Chile es reconocer que el camino para construir hoy una patria que sea buena y digna para todos pasa por vivir entre nosotros la novedad del Evangelio de la fraternidad. En eso, María es Madre y Educadora.
Bajo los ropajes de la imagen que representa a la Virgen del Carmen, está María de Nazaret, la mujer humilde y sencilla que vive solidariamente con todos, la Madre que vivió en carne propia el dolor de la tortura y muerte violenta que sufrió su Hijo amado, la mujer que acogió con amor y perdón a los discípulos que habían abandonado a Jesús, y los volvió a reunir. Es la Madre acogedora y solidaria, que sabe de amores y dolores, y de los perdones que abren la historia a un futuro nuevo.
En nuestro país vivimos la conmemoración de los 50 años del golpe de estado. Es un acontecimiento complejo que marca dolorosamente nuestra historia y condiciona la convivencia presente y futura del país. Por eso, desde la fe cristiana acudimos a la intercesión de la Madre del Señor, buscando que esta conmemoración nos ayude a todos a vivir la memoria con una mirada abierta al futuro, y que nos permita aprender a vivir juntos haciéndonos responsables de la historia común.
Se trata de “hacer patria”, lo cual sucede cuando se construye una honesta convivencia democrática, cuando se está dispuesto al diálogo con el que piensa en forma distinta, cuando se lucha contra la corrupción que tiende a instalarse en las estructuras de la sociedad, cuando se está dispuesto a reconocer los propios errores y enmendarlos, cuando se ofrece generosamente el perdón a otros. Sin esta voluntad de aprender a vivir juntos en el respeto, en la verdad y en la justicia, en el perdón y la reparación, en lugar de hacer una patria para todos se está destruyendo la obra común y el legado de todos los que nos precedieron.
Hoy acudimos a la Madre del Señor pidiendo que nos conduzca por los caminos del Evangelio para vivir las actitudes que hacen un país “donde cada uno tenga pan, respeto y alegría”, como dice la tradicional oración a la Virgen del Carmen.
Km 135 de la ruta CH 257.
Km 135 de la ruta CH 257.