13 de junio de 2013
Magallanes es territorio del viento, una isla continental que recorren los vientos, una capital glacial del dios Eolo.
Cuando llegó el capitan Juan Guillermos con sus chilotes carpinteros de ribera ese martes 21 de septiembre de 1843, soplaba una suave brisa del suroeste de unos 50 kilometros por hora. Un viento helado que cabalgaba los cerros que rodean la bahía de San Juan, galopaba sobre la Punta Santa Ana y se escapaba corriendo por las aguas del estrecho hasta ir a perderse en las serranías sombrías de la Tierra del Fuego.
Cuando comenzaron a construir el primer fuerte Bulnes en octubre de 1843, vientos de 80 y 90 kilometros los acompañaban desde las 6 de la mañana, comenzando las faenas y hasta las 8 de la noche, cuando regresaban mecidos por el viento a la goleta Ancud.
Viento suroeste.
Si nuestro viento suroeste hablara, con sus adjetivos de lluvia helada y sus verbos de granizo, el cielo se derrumbaría de nieve y nos contaría viejas historias patagónicas, que nadie quiere recordar y que siguen guardadas en el baul de los inviernos del sur.
Viento suroeste cuéntame como esquilaban los ovejeros a tijera en las primeras estancias australes; cómo esos pioneros instalaban los tubos de perforación en los pozos petroleros, con 5 grados bajo cero; háblame del albañil que levantó el campanario de la Catedral ladrillo a ladrillo con sus manos heladas y un viento de 8o kilómetros endiablados.
Viento suroeste cuentanos porqué quedaron botados al viento los tristes cuerpos de los baleados en la Federación Obrera, cuando atravesaste con tu frío invierno el 27 de julio de nuestras almas.
Viento suroeste cuéntanos como navegar el Cabo de Hornos con el rostro empapado y el corazón congelado por los huracanes más australes del mundo.
Viento suroeste cuéntame como soportaron tus helados cuchillos más de 4.000 años esos desnudos kaweskhar navegantes, apenas cubiertos con unas cuantas pieles y ninguno se moría de resfrío
Escríbeme con aguanieve el relato de esos selknam apenas tapados con pieles de guanacos que vivieron miles de años en el sur más austral del sur del mundo y que se fueron para siempre en menos de 100 años, cuando llegaron los blancos con sus gripes y sus tuberculosis, sus ropas y sus comidas calientes
Viento suroeste dile al mes de septiembre y octubre que llevamos tantos vientos tormentosos guardados en el fondo del alma, que ya no nos asusta cuando corre a 110 ó 120 kilometros por hora
Porque todos acarreamos un silencioso Cabo de Hornos en el alma, y la música del viento, con su arpa de nubes grises y su guitarra de voces húmedas, solo la escuchan los que llevan a la Patagonia en el corazón.
CIUDADANO POLAR
Punta Arenas Magallanes, jueves 13 de junio de 2013.
Positivo Balance de las autoridades del agro
Positivo Balance de las autoridades del agro