“¡Qué bonito!”, es la exclamación que se escucha habitualmente en estos días cuando alguien se refiere a los Juegos Panamericanos. Es que, realmente, es muy bonito lo que está ocurriendo en estos días en Chile. Es una fiesta del deporte que nos permite disfrutar de toda su belleza y variedad.

Lo que es bonito, es bello y bueno, y es algo que nos hace bien a todos. Es mucho lo que podemos disfrutar del espectáculo de estos Juegos Panamericanos y, también, es mucho lo que podemos aprender.

Es una maravilla ver lo que es capaz de desarrollar el ser humano en la actividad deportiva. Hay deportes que son más de fuerza y resistencia, y otros de destreza y coordinación, hay deportes que son individuales y otros en equipo, y hemos conocido deportes nuevos. En todos ellos podemos admirar el esfuerzo y dedicación de quienes los practican y se preparan disciplinadamente para ello, y en la competición nos asombramos ante la combinación de habilidad, talento y fortuna.

Todos sabemos la gran relación que tienen el deporte y actividad física con la salud, y no sólo la salud física, sino también sicológica y espiritual. Un país donde hay una cultura que fomenta la actividad física y se practican deportes es un país saludable. También, el deporte tiene que ver con el arte, ¿no es eso lo que ofrece una competencia de gimnasia? Y disfrutamos de la belleza de esas presentaciones.

El deporte es una actividad que transmite valores, que educa en muchos ámbitos de la vida personal y social. Por ejemplo, la práctica deportiva educa en la responsabilidad y el compromiso, crea hábitos de disciplina, permite que las personas interactúen respetándose y valorándose mutuamente; en la práctica del deporte aprendemos a respetar las reglas del juego y no hacer trampas (¡qué importante y necesario es esto para la formación ética de los ciudadanos de nuestro país!). En el deporte de competencia se busca ganar, pero también aprendemos a tolerar la propia frustración cuando perdemos, y valorar los méritos de otros. Y el deporte en equipo educa mucho, precisamente en eso, en el trabajo en equipo y en la colaboración mutua. En realidad, el potencial educativo de la actividad deportiva es enorme y, además, es entretenido.

Me dio mucho gusto que en la ceremonia inaugural de los Juegos Panamericanos estaban los tres últimos presidentes del país, porque estos Juegos no son obra de ningún gobierno en particular, sino que ha sido una obra en la que cada gobierno hizo lo que le tocó. En el gobierno de Michelle Bachelet se postuló y consiguió obtener ser el país sede de los Juegos; en el gobierno de Sebastián Piñera se echaron a andar las obras de construcción de la infraestructura deportiva y la Villa Olímpica, y al gobierno de Gabriel Boric le tocó la realización misma de los Juegos. Cada uno hizo lo suyo y la posta se fue pasando de un gobierno a otro. ¡Todo un ejemplo de cómo deberíamos funcionar en tantas otras cosas en nuestro país!

Es cierto que el deporte, como cualquier otra actividad humana, puede tener su “lado b”, y puede ser distorsionado en su sentido y valor. Bien sabemos el caudal de violencia que se puede desatar en los estadios, conocemos los manejos económicos turbios que a veces ocurren, y el uso de estimulantes y trampas que se pueden hacer, y las autoridades correspondientes tienen y tendrán que velar para que eso no ocurra. De lo que no cabe duda es que la formación de una verdadera cultura deportiva es un gran beneficio para toda la sociedad.

Por último, si algún cristiano tiene dudas acerca del valor educativo del deporte, es bueno recordar que el apóstol Pablo, en sus cartas, utilizó varias veces metáforas deportivas para ilustrar lo que es la vida cristiana y cómo vivirla. Así, por ejemplo, le dice a los corintios: “¿Acaso no saben que de todos los que corren en una competencia atlética, uno solo se lleva el premio? ¡Ustedes corran de tal manera que lo obtengan! Todos los atletas se imponen una dura disciplina, y ellos lo hacen para llevarse una corona que se marchita; nosotros, en cambio, una que no se marchita. Por mi parte, yo corro, pero no sin rumbo, y lucho, pero no dando golpes al aire, sino que lo hago disciplinando mi cuerpo, porque no sea que después de haber predicado a otros yo mismo quede eliminado” (1 Cor 9, 24-27).

Así que sigamos disfrutando del hermoso espectáculo que nos ofrecen los Juegos Panamericanos, y trabajemos por construir en nuestro país una verdadera cultura deportiva.

27 de octubre de 2023