9 de enero de 2025
El cambio climático y las actividades industriales como las salmoneras y la pesca a gran escala, son algunos de los factores de estrés que están afectando la salud de los ecosistemas marinos costeros de la Patagonia chilena.
Es por esto, que un equipo de investigadoras e investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) de la Universidad de Chile analizaron el estado de estos hábitats marinos costeros, a través de la recolección de datos abiertos para identificar y evaluar aquellos lugares con mayores riesgos.
La investigación se centró en el estudio de hábitats de algas pardas gigantes (Macrocystis pyrifera) en tres áreas protegidas de la Patagonia chilena; Reserva Nacional Las Guaitecas, Reserva Nacional Kawésqar y el Parque Nacional Isla Magdalena, donde se identificaron diferentes zonas de alto riesgo, relacionadas con distintas amenazas, entre ellas, la presencia de las industrias salmoneras.
Pero ¿por qué son importantes estos bosques de algas gigantes? La investigadora del IEB e integrante del equipo que lideró el estudio, Bárbara Larraín, explica que “las macroalgas se consideran especies estructurantes, es decir, especies ‘ingenieras’ de ecosistemas, pues son capaces de estructurar un ecosistema completo al aumentar la riqueza de especies y la complejidad del ecosistema. Entonces, hay mucha biodiversidad asociada a estos hábitats”.
En la misma línea, Larraín menciona que “las macroalgas están asociadas a muchos servicios ecosistémicos. Por ejemplo, son receptoras de carbono azul, ayudando a la mitigación del cambio climático. También están directamente relacionadas al ser humano, a los medios de vida de las personas de la zona, como lo son la pesca artesanal y la acuicultura” agrega la investigadora. De esta manera, los bosques de macroalgas constituyen verdaderos indicadores para medir el impacto del cambio climático en los ecosistemas marinos.
Por todo lo anterior, una pérdida irreversible de estos ecosistemas podría ser una “catástrofe no solo en la mirada ecológica por la pérdida de biodiversidad y la capacidad de resiliencia de la naturaleza, sino también en lo socioeconómico debido a que hay comunidades enteras que se relacionan en múltiples aspectos con estos hábitats” sentencia Larraín.
Los factores de estrés
Ahora, la pregunta que surge es ¿cuál o cuáles son los factores que están afectando a estos ecosistemas? Para responderla, durante la investigación en las áreas protegidas mencionadas, se estudió el efecto acumulativo que tienen las amenazas sobre estos ecosistemas marinos costeros, en donde se identificaron diferentes factores de estrés.
Entre algunos de estos factores, encontramos el propio cambio climático como uno de los más importantes. Sin embargo, existen otros como lo son la salmonicultura y las flotas de barcos relacionadas a la acuicultura
En este sentido, Bárbara Larraín explica “a la hora de analizar las amenazas, encontramos dos dimensiones de éstas. Una de las amenazas es la más difícil de manejar, como lo es la del cambio climático. Y otra que tiene relación con las actividades industriales, y que podríamos controlar en el corto plazo”.
Conclusiones y medidas a corto plazo
El estudio realizado por las y los investigadores del IEB señala que los resultados obtenidos ayudan a tener una evaluación integral de los riesgos que enfrentan los hábitats marinos en la Patagonia chilena, así como también a identificar las zonas con mayor riesgo.
En ese sentido, la investigadora del IEB señala que “cuando uno piensa en las áreas protegidas, se piensa en la conservación de los ecosistemas allí presentes. Esto es incompatible con la existencia de la actividad de la salmonicultura porque al final son actividades industriales, a gran escala. Además, esta industria tiene un historial negativo, no solo en Chile, cuando se trata de generar producción sin pasar a dañar al medio ambiente”.
“Como primera medida, nosotros recomendamos que las industrias salmoneras tengan que empezar a salir de las áreas protegidas. En ese sentido también apelamos a una mejor planificación para proteger a estas áreas. Que se mejore la capacidad institucional y fomentar una cooperación interdisciplinar que permita enfrentar las amenazas específicas de cada área protegida de mejor manera” agrega Bárbara Larraín.
Junto con estas medidas a corto plazo, la investigación también aporta datos e información claves para formular una hoja de ruta que guíe futuras políticas públicas en pos de una real conservación.
Fuente: uchile.cl/
Carabineros logró la detención de los tres menores involucrados en el hecho, quienes pasaron a control de detención.
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