26 de abril de 2025
Chile posee la segunda mayor industria de mejillones del mundo y un reciente estudio publicado en la Revista Harmful Algae, reveló que los shocks ambientales, como las mareas rojas, pueden poner en jaque al sistema de producción, debido a la falta de ciertos mecanismos de gobernanza que protejan la vulnerabilidad de los productores, tanto a pequeña como a gran escala.
El estudio liderado por el Dr. Luis Outeiro, geógrafo del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh), recabó datos sobre el comportamiento de las granjas de mejillones de pequeños, medianos y grandes productores durante los años 2003 al 2021. El trabajo concluyó que las granjas más pequeñas son las que sufren los mayores daños producto de las mareas rojas.
“Con los distintos datos demostramos que, en el fondo, son siempre los pequeños productores quienes sufren más. Esto ocurre en cualquier sistema, ya sea en Chile, China o España, que son los tres principales productores mundiales de mejillones y principalmente se debe a que la gobernanza establecida para el sistema de evaluación y control de las mareas rojas no hace distinción según el tamaño del productor”, explica el Dr. Outeiro.
La marea roja es un fenómeno natural que no debe estar asociado de forma inherente al cambio climático, debido a que se ha registrado mucho antes de que se comenzará a hablar de este fenómeno. “Sin embargo, algunos estudios a nivel global están empezando a relacionar la mayor frecuencia de estos eventos con el cambio climático, en particular con lo que se conoce como olas de calor”, afirma.
El trabajo científico arrojó como resultado que el actual sistema de gobernanza está generando una especie de “selección productiva”. Es decir, quienes cuentan con mayor capacidad de financiamiento y pueden soportar el impacto de las mareas rojas, esperando a que los precios sean más favorables antes de vender, logran mostrar mayor resiliencia. En contraste, los pequeños productores están más expuestos, dado que ante un shock, se ven obligados a sacar su producción de inmediato apenas se levantan los cierres por marea roja, sin poder esperar mejores condiciones de mercado.
“El poder de compra está cada vez más concentrado. Quien produce más es también quien fija los precios. En cambio, quienes tienen producciones más pequeñas se ven condicionados por ese poder de compra que ejerce el intermediario. Es una forma de indefensión frente a esta relación desigual entre grandes y pequeños. La forma en que puedes sacar tu producto al mercado está determinada por una configuración del mercado y del producto que está controlada por los grandes actores”, afirma el Dr. Outeiro.
“Economía azul”: ¿solución o problema?
En la actualidad es común escuchar el término de “Economía azul” para referirse al conjunto de actividades económicas que se desarrollan en los océanos, mares y zonas costeras, las que promueven un uso sostenible con el objetivo de generar crecimiento económico en los territorios. Este concepto es abordado en la investigación liderada por el Dr. Outeiro, quien señala que “hoy en día se está generando una economía azul de estilo corporativo que sí genera economía, pero no distributiva o equitativa”.
“La economía azul lo que pretende es generar mayores ingresos, más industrias en torno al mar, pero esto debe estar alineado dentro de una lógica de equidad. En el fondo siempre pasa lo mismo: cuando se encara la forma de producir tiende a prevalecer la gran escala por muchas razones que están profundamente cimentadas dentro del sistema productivo capitalista, la eficiencia y los bajos costos”.
La cifra representa un aumento de 14,2% en comparación con el mismo periodo de 2024 y en su mayoría corresponde a casos asociados al ámbito de la convivencia.
La cifra representa un aumento de 14,2% en comparación con el mismo periodo de 2024 y en su mayoría corresponde a casos asociados al ámbito de la convivencia.