14 de abril de 2025
A continuación, reproducimos una editorial escrita en el diario La Prensa Austral, sobre la situación de la salmonicultura en la Región de Magallanes:
"La industria del salmón fue, durante una década, uno de los motores económicos más prometedores de la Región de Magallanes. Pero hoy, esa promesa está atravesada por cifras que revelan estancamiento, retrocesos y un entramado de regulaciones inconclusas, conflictos no resueltos y decisiones administrativas detenidas.
Según el presidente de la Asociación de Salmonicultores de Magallanes, Carlos Odebrecht, la producción regional cayó un 44% en los últimos años —de 180 mil toneladas a solo 100 mil— y se han perdido más de 1.500 empleos directos. Las plantas procesadoras, que antes funcionaban con dos turnos, hoy apenas sostienen uno. La capacidad instalada está ahí, pero el volumen de producción no la acompaña.
Este declive no se debe a la falta de inversión ni de condiciones naturales. Magallanes tiene aguas frías, limpias y alejadas de los problemas sanitarios que enfrentan otras zonas salmonicultoras del país. ¿Entonces por qué la actividad está detenida? La respuesta no es una, sino muchas: zonificación del borde costero inconclusa, concesiones entrampadas hace más de ocho años, espacios marítimos para pueblos originarios sin resolución, planes de manejo de áreas protegidas paralizados, y estudios técnicos que, tras millonarias licitaciones, terminaron sin validación institucional.
El gobernador Jorge Flies ha anunciado avances en la zonificación costera, pero la propia industria acusa una visión limitada del desarrollo regional, que excluye el diálogo técnico y productivo en áreas donde la salmonicultura ya tiene presencia. La administración regional canceló un contrato con Csiro —organismo científico de prestigio internacional— tras pagar más de $234 millones, y terminó rehaciendo parte del proceso con personal interno, sin que a la fecha se haya aprobado nada concreto.
Mientras tanto, iniciativas como Piscicultura Leñadura o La Estancia, con inversiones combinadas que superan los US$ 48 millones, siguen bloqueados, no por razones técnicas ni ambientales, sino por trámites detenidos en distintas reparticiones del Estado.
Incluso un proyecto estratégico como un salmoducto —clave para hacer más limpia y eficiente la cadena logística— está paralizado por falta de autorización portuaria.
El resultado es claro: una industria que podría generar más empleo, aportar al desarrollo regional y diversificar la matriz productiva de Magallanes, se encuentra atrapada entre la burocracia, la lentitud política y la falta de visión coordinada entre instituciones públicas.
Esto no es una defensa ciega de la salmonicultura. Como toda actividad productiva, debe estar sujeta a regulaciones estrictas, evaluación ambiental seria y respeto por el entorno y las comunidades. Pero tampoco se puede gobernar desde la inmovilidad. Hoy, Magallanes necesita definir con claridad qué quiere hacer con su borde costero, con sus áreas protegidas, con sus pueblos originarios y con su matriz económica. No se trata de elegir entre conservación y desarrollo, sino de asumir el desafío de hacer ambas cosas bien.
Mientras tanto, las plantas salmonicultoras siguen trabajando a media máquina, los inversionistas se impacientan y cientos de familias han sufrido la pérdida de empleos que antes eran fuente de estabilidad. El llamado es claro: ordenar, decidir y actuar, porque el tiempo perdido también se mide en toneladas no producidas, en empleos no recuperados y en oportunidades que quizás no vuelvan".
Fuente: salmonexpert.cl
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