9 de junio de 2016
En el comentario del jueves pasado me referí al problema -a veces angustioso- de algunos padres por saber dónde están y qué hacen sus hijos, y usar todos los medios tecnológicos para tener el imposible y poco educador control total sobre los hijos. En el otro extremo, están los padres que se desentienden de lo que hacen sus hijos cuando no los ven. La cuestión de fondo es saber dónde los hijos están situados en la vida -tal como preguntaba el Papa Francisco-, si acaso los padres saben dónde está el alma de sus hijos, dónde están sus intereses y sus deseos, con qué alimentan sus sueños y cuáles son esos anhelos de sus vidas.
Quisiera hoy mirar otra arista del mismo tema, que se refiere a cómo se maneja en la familia el uso de los medios tecnológicos de comunicación y entretenimiento.
Sin duda que todos esos medios de los que hoy disponemos (internet, celulares y los diversos tipos de plataformas y redes sociales) pueden ser un medio que ayuda en muchos aspectos de la vida a conexiones rápidas que permiten resolver muchos asuntos prácticos. Pero, también puede ocurrir que se vuelvan un serio obstáculo para el encuentro y el diálogo familiar, para el diálogo de padres e hijos.
Por ejemplo, me ha impresionado visitar algunas familias en las que al momento de compartir la mesa, cada uno está con su celular a mano, contestando mensajes o -incluso- jugando. Por otro lado, he podido compartir con familias en las que fruto de un diálogo- han decidido que al sentarse a la mesa no se contestan celulares, ni se whatsappea, ni se juega con esos aparatos, para poder dialogar de verdad como familia. O, también el caso de las familias que fijan límites en las horas que -tanto los niños, jóvenes y adultos- pasan frente al computador y conectados a internet, para estar disponibles para el encuentro familiar.
Los medios son eso: medios, no fines. Un medio de comunicación es una plataforma de conexión, pero no produce la comunicación en la familia, entre los esposos o entre los padres y los hijos. La comunicación virtual no sustituye -ni de lejos- la necesidad de comunicación real. Puede suceder que actualmente estemos muy conectados, pero -al mismo tiempo- con muy poca comunicación real y verdadera. Si no sabemos manejar los medios, ellos terminan por manejarnos la vida y pueden alejarnos en lugar de acercarnos Las decisiones que haya que tomar al respecto son ya una buena ocasión de diálogo en cada familia acerca de la misma comunicación que existe en la familia.
También el Papa Francisco, en su carta sobre el amor en la familia se ha referido a este asunto, invitando a que las familias tomen decisiones que les ayuden a usar bien los medios y a favorecer el diálogo en la familia. Dice el Papa Francisco: no se pueden ignorar los riesgos de las nuevas formas de comunicación para los niños y adolescentes, que a veces los convierten en seres abúlicos y desconectados del mundo real. Este autismo tecnológico -sigue diciendo el Papa Francisco- los expone más fácilmente a los manejos de quienes buscan entrar en su intimidad con fines egoístas.
Por eso, ojalá todos puedan, en sus familias, dialogar acerca de la honda necesidad que todos tenemos de una comunicación cercana, real y verdadera, así como establecer los criterios familiares para no transformarnos en autistas tecnológicos.
Fuera de que los tiempos que toman los permisos para proyectos de hidrógeno verde constituyen una gran preocupación, dada la urgencia de la descarbonización, el presidente de la asociación gremial tiene confianza en el Estado para sacar adelante los megaproyectos.
Fuera de que los tiempos que toman los permisos para proyectos de hidrógeno verde constituyen una gran preocupación, dada la urgencia de la descarbonización, el presidente de la asociación gremial tiene confianza en el Estado para sacar adelante los megaproyectos.