30 de mayo de 2023
Finalmente prevaleció el pensamiento lógico por sobre el realismo mágico. Como ya es sabido, ayer fue rechazado en el marco de la Comisión Mixta el proyecto de expulsar a las salmoneras de Magallanes y el resto del país.
El truco era sacarlas de las zonas de reserva y desatar una crisis en cadena de la producción.
El debate que se generó entre los integrantes de la Comisión Mixta – presidida por el senador Juan Ignacio Latorre (RD) e integrada por los diputados Juan Antonio Coloma (UDI), Félix González (PEV), Daniel Melo (PS), José Carlos Meza (PR), Jaime Sáez Quiroz (RD) y los senadores Matías Walker (IND), Sergio Gahona (UDI), Isabel Allende (PS) y Alfonso de Urresti (PS) – y algunos otros expositores viró radicalmente de la lógica económica y social a un discurso fantasioso, del orden de lo literario, donde los problemas cruciales del tema eran resueltos por medio de actos mágicos.
En una parte de su intervención, la ministra de Medioambiente, Maisa Rojas, advirtió que las otras industrias también serían sometidas a un estricto protocolo ambiental. Y mencionó la necesidad de agua de la minería. Dijo que eso tenía que terminar y que las industrias encontrarían la solución de alguna manera: con la “desalinización o…. “. Acto seguido la funcionaria levantó una mano al aire como si las respuestas estuvieran guardas en algún lugar del cielo o por ahí.
Dios proveerá, pareció insinuar.
La ministra también se olvidó de recordar que de todas las industrias mencionadas la salmonicultura es la única que tiene todo el aparato del Estado en su contra porque el gobierno de turno, atendiendo al lobby de poderosas ONGs extranjeras, tiene como propósito excluir la actividad de las fronteras nacionales.
Durante el debate quedó más que claro que no se puede legislar de espaldas a la gente. Participen o no de las marchas, los integrantes de la ciudadanía terminarán siendo afectados por las decisiones de sus representantes.
Justo en las horas en que algún empleado miraba un partido de fútbol de Europa un grupo de legisladores debatía si se perdía en apenas una fracción de segundo una de las industrias más importantes del Chile actual.
“¿Qué es lo que queremos o pensamos?. Entonces parece que todos están tomando decisiones por nosotros y si es así entonces dejemos el territorio y vámonos todos a otra parte”, indicó el senador Alejandro Kusanovic en su participación.
Durante los últimos años, pero en especial en los meses anteriores, se visto una inmensa batería publicitaria contra la salmonicultura proveniente de ONGs, empresas, grupos empresarios y fundaciones. Todas ellas extranjeras. Esto se desarrolla en películas, spots, campaña viral en redes. Siempre en el mismo tono extremo y contaminado de información profundamente segmentada.
En ningún sitio opositor se leerá que la prestigiosa ONG ambientalista la Internacional Monterey Bay Aquarium (MBA) calificó al cultivo de salmón atlántico en Magallanes como una “buena alternativa” en el ránking de sustentabilidad ambiental de la reconocida organización. Con esto la región figura en un exclusivo grupo de 8 espacios en el planeta con esta calificación.
En rigor, lo que dice esta calificación es que en Magallanes se cultiva el mejor salmón del mundo. Esto también resulta ser desconocido u olvidado por el grupo de legisladores que apoyaba el fin de la industria en el país.
Como han sido pasados por alto otros números que acompañan el sector en la región: más de 6000 puestos de trabajo, más 600 millones de dólares en exportaciones, más 80.000 millones de pesos en patentes municipales y remuneraciones.
Bajo el pretexto de preservar el planeta organizaciones foráneas despliegan sus propios planes sobre el territorio nacional. Embaderados con frases que apuntan a dejar un «futuro a nuestros hijos», soslayan el hecho lógico de que sin desarrollo no hay futuro para nadie.
No es casual que algunos de sus mayores líderes visitarán la región sin tomar contacto con la comunidad a la que sus luminosas ideas podrían terminar erradicando.
Por estos días se la escuchaba a Kristine Tompkins proclamar la crisis que significaba para Chile la permanencia de la salmonicultura. Tompkins quien a través de su fundación Rewilding Chile tiene como plan convertir a toda nuestra Patagonia en un espacio salvaje donde no viva nadie a excepción de algunos guardaparques.
Tompkins, esposa de Douglas creador de North Face, no está sola en su proyecto. La acompañan Greenpeace, la ONG Oceana financiada por la familia Rockefeller, la marca de ropa Patagonia de Yvon Chouinard. El mismo magnate que aseguró en un documental que no quería dialogar de ningún modo con la industria en la Patagonia sino simplemente echarla de aquí.
Por estos días continúa la promoción del documental del prestigioso fotógrafo y cineasta de montaña, Jimmy Chin, “Wild Life”, que repasa la vida e historia de amor Kristine y Douglas Tompkins.
Los avances los muestran escalando los más diversos paisajes, sosteniendo una mirada inocente sobre miles y miles de hectáreas a lo largo de todo el planeta que bien, con un poquito de esfuerzo, podrían ser suyas.
Es así que un día, hace muchos años, Tompkins miró hacia el sur. Y se lo imaginó salvaje y solitario. Muy solitario.
Escrito por: Claudio Andrade
Durante la reunión, se abordó la importancia de la alianza público-privada para llevar a cabo proyectos de infraestructura pública y vivienda de la región.
Durante la reunión, se abordó la importancia de la alianza público-privada para llevar a cabo proyectos de infraestructura pública y vivienda de la región.