21 de febrero de 2015
No son tan lejanos los tiempos en los que se utilizaba más la palabra arreglar que comprar, o la expresión tengo que ir al zapatero en lugar de esa que dice me voy de compras, que he visto unos zapatos muy monos. No, no están tan lejanos esos tiempos. Nuestros mayores no alcanzan a explicarse qué ha cambiado, qué nos ha cambiado. Y espero que mucha gente se plantee la misma duda. Los oficios de supervivencia, de subsistencia, los oficios artesanales que cubrían las necesidades más básicas de la vida, se han ido perdiendo poco a poco. Era corriente encontrarse por la calle con carboneros, colchoneros, leñadores, zapateros, curtidores, tapiceros, modistas, costureras
y otros muchos oficios y ocupaciones, ambulantes o establecidas, entre las que mi memoria insiste en mostrarme el cartel que anunciaba: se cogen puntos a las medias. ¿Se imaginan ustedes, hoy en día, que las mujeres lleven a arreglar sus medias y pantys en lugar de comprarse unos nuevos? Parece inconcebible, ¿verdad? ¿Volverán los tiempos en los que la fabricación casera de escobas, zuecos, tinajas, ladrillos, tejas, velas, jabón, telas o papel
, sean moneda de trueque corriente?
Ciertos barrios de Punta Arenas, aun conservan algunos antiguos locales con zapateros remendones. Pero, son los últimos. Ya no se pide la media suela, la suela entera, el taco, la tapilla. Se compusieron cuecas y canciones para los zapateros. Hay una cueca chilota: » Zapatero furioso/ le dijo hoy a su mujer/ si te pillo con otro/ te doy con el tira pie/ Te tiro con la lezna,/te tiro con el punzón/te tiro con la estaquilla/ que llega hasta el corazón.
Esa canción me hizo acordar de un cuento que dice: «La mujer de un zapatero tenía cierto trato con un cura. Había una niña de una vecina que la tenían enterada de lo que tenía que hacer y pasaba todos los días por la ventana de la mujer del zapatero y le avisaba: Baila que baila/siempre bailando/me ha dicho el padre/que te está esperando.
Y la mujer le contestaba: Tarará. tarará, tarará/dile al curita/ que ya voy pallá/. Y ya se iba inmediatamente a hablar con el cura de las cosas de la Religión.
El zapatero tenía una piedra de batir que se ponía en el muslo para batir las suelas de los zapatos. Cuando su mujer venía a la zapatería, tenían la costumbre de sentarse encima de la piedra de batir, y decía:-Ay, qué fresquita está, qué cosa más buena con el calor que traigo.
El marido, entre eso y la pista que fue cogiendo de los cantares, se enteró muy bien de lo que había y un día cogió la piedra y la calentó con ascuas y cenizas antes de que llegara su mujer, la limpió muy bien y la puso donde su mujer solía sentarse. La pobrecita se sentó en la piedra y se chamuscó todas las piernas y todo.
Y al rato pasó la niña de la vecina: Baila que baila/siempre bailando/me ha dicho el padre
que te está esperando.
Y la mujer le respondió: Tararará tarararera/ dile que no puedo ir/
porque me he quemado/las asentaderas.
Mario I. Moreno
El encuentro permitió coordinar futuras presentaciones sobre el Plan Regulador Comunal y extender una invitación al edil para participar en próximos eventos gremiales.
El encuentro permitió coordinar futuras presentaciones sobre el Plan Regulador Comunal y extender una invitación al edil para participar en próximos eventos gremiales.