15 de julio de 2024
Cuando visitamos el Parque Nacional Torres del Paine nos encontramos con un hito natural de difícil pronunciación, como es el lago Nordenskjöld. Este nos recuerda al explorador sueco Otto Nordenskjöld que, a principios del siglo XX, logró realizar estudios geográficos y científicos en el lado este de la península Antártica, donde se encontraron los primeros fósiles.
Este lado de la península tiene para Chile una importancia clave por sus características geomorfológicas y por el trabajo para determinar la Plataforma Continental Oriental del Territorio Chileno Antártico. Es como el otro lado del espejo donde nos miramos en las mañanas o el otro lado de la cordillera de los Andes para un santiaguino. La verdad es que conocemos poco de ella, pero no al punto de afirmar que nuestro país no tiene presencia o interés en esa zona.
Chile y Brasil han realizado expediciones geológicas y paleontológicas en las islas Vega y James Ross en los últimos años. Como lo indicara Nordenskjöld, esta es un área rica en fósiles.
Por otra parte, hacia el interior es claro el esfuerzo que han realizado Argentina y el Reino Unido para estar cerca de la banquisa de hielo, con las estaciones Belgrano 2 y Halley, respectivamente. Para nuestro país, como para otros, no ha sido necesario por el momento poseer bases permanentes, pero sí ha sido fundamental disponer de los medios marítimos adecuados.
Las principales dificultades para hacer mediciones de campo y teledetección en el mar de Weddell son las temperaturas del aire muy bajas y la presencia de hielo marino durante todo el año.
Las limitaciones operativas y la posterior baja del rompehielos Óscar Viel no han permitido sostener una actividad científica constante, la que se ha restringido al trabajo en verano y en puntos muy específicos.
Sin embargo, gracias a la cooperación internacional ha sido posible subir científicos chilenos a buques de otros Programas Antárticos Nacionales, como el alemán, destacando los estudios en el fondo marino de investigadores de la Universidad de Magallanes y Universidad Católica de Valparaíso, que analizaron las comunidades bentónicas durante la expedición CAMBIO 2011 (Change in Antarctic Marine Biota) a bordo del rompehielos alemán Polarstern.
Por su interés paleontológico, en enero de 2018 el INACH realizó un campamento en la isla Vega para buscar patrones paleogeográficos durante el Cretácico, tratando responder el origen de la biota austral. El buque Óscar Viel logró llevar al grupo de investigadoras e investigadores. Al año siguiente el buque Aquiles no logró cumplir su misión, producto de la presencia de hielo marino.
Recientemente, como parte de la campaña marítima de la LIX Expedición Científica Antártica, a bordo del buque Betanzos, se ejecutaron proyectos en el área en temas relacionados con estudios de la genética de pingüinos y otras aves, así como de la ecología terrestre en musgos, líquenes y suelos, la ecología intermareal de moluscos antárticos y procesos geológicos y glaciológicos durante el Oligoceno. Se apoyó al proyecto de “Black carbon” de la Universidad Técnica Federico Santa María, que instaló una estación meteorológica permanente en la proa del buque durante toda la navegación y efectuaron recolección de muestras de nieve en distintos puntos de la ruta para medir los cambios en el albedo.
También se instaló una estación de la red de sensores del cambio climático en el refugio Bonnen Rivera, del Ejército de Chile, y se realizaron observaciones del fondo marino utilizando un ROV, como parte de la iniciativa programática “Centro Antártico Internacional”, a lo que se suman lances de una sonda oceanográfica CTD y recolección de muestras de fitoplancton para el programa de Áreas Marinas Protegidas, del INACH.
Accediendo a un buque de la compañía francesa Ponant, el Instituto Milenio BASE realizó en noviembre de 2023 una campaña a bordo del rompehielos Le Commandant Charcot, con el objetivo de estudiar la biodiversidad en el mar de Weddell y evaluar presencia del virus aviar patogénico.
El verano pasado se participó de otra campaña liderada por el Instituto Oceanográfico de Mónaco y la Fundación Príncipe Alberto II a bordo del mencionado buque, con el objetivo de realizar estudios en el mismo sector que refuercen la proposición de áreas marinas protegidas.
En esta misma temporada un equipo de la Universidad de Chile logró confirmar la presencia de skuas contagiadas con el virus de la gripe aviar –altamente patógena– en la isla James Ross, realizando un aporte inédito con el apoyo del buque Janequeo, de la Armada de Chile.
Estas acciones han permitido darle un mayor impulso a nuestra presencia y actividades científicas en el mar de Weddell.
Al incorporar el nuevo rompehielos Óscar Viel y el remolcador de alta mar Lientur para operaciones polares, Chile se alinea con el mandato de la Política Antártica Nacional de potenciar el desarrollo de la investigación y la tecnología antártica y de promover la conservación de los recursos vivos marinos antárticos.
Será fundamental en futuras campañas realizar estudios de la plataforma continental y del giro de Weddell, que es una de las principales características oceanográficas del océano Austral.
Estos y otros desafíos, como la comprensión de las interacciones océano-criósfera-atmósfera y sus conexiones con el ciclo biogeoquímico y los ecosistemas bentónicos, serán abordados en la próxima Conferencia de Ciencia Abierta y la Reunión de Delegados del SCAR, a realizarse en Pucón y Punta Arenas, respectivamente.
Por : Marcelo González Aravena
Jefe del Departamento Científico, Instituto Antártico Chileno (INACH).
Fuente: elmostrador.cl
Consejo regional.
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