1 de octubre de 2024
La implementación del hidrógeno verde en Chile debe ser cautelosa. Críticas científicas e indígenas señalan que podría perpetuar un modelo insostenible, requiriendo un debate transparente sobre sus costos y beneficios.
En los últimos años el hidrógeno verde ha ganado un lugar central en la discusión sobre la transición energética, particularmente en Chile, un país que posee condiciones naturales propicias para su producción.
La idea de utilizar energías renovables como la solar y eólica para generar hidrógeno mediante electrólisis se ha presentado como una solución clave para la descarbonización de la economía global. Sin embargo, tanto desde la perspectiva científica como desde el análisis social, surgen críticas sobre la viabilidad, sostenibilidad y los impactos socioambientales de esta tecnología.
El hidrógeno verde desde una mirada científica
Expertos como Luca Ferrari, doctor en Ciencias de la Tierra por la Universidad de Milán y académico de la UNAM, y el Doctor Douglas Pollock de la Universidad de Chile coinciden en advertir sobre las limitaciones del hidrógeno verde como solución energética.
Ferrari destaca que el hidrógeno no es una fuente de energía primaria, sino un vector energético que requiere grandes cantidades de electricidad para su producción, lo que genera pérdidas energéticas significativas y reduce la eficiencia del sistema.
Pollock complementa este análisis al señalar que la infraestructura necesaria para producir, almacenar y transportar hidrógeno es costosa y técnicamente desafiante, después de todo lo que se transporta no es hidrógeno propiamente tal, sino amoniaco altamente corrosivo y contaminante.
En este contexto, Ferrari y Pollock (desde posiciones diferentes) cuestionan el entusiasmo que rodea al hidrógeno verde. Aunque se promociona como una alternativa limpia, los procesos de electrólisis y la construcción de infraestructura para su producción y transporte generan su propia huella ambiental. Ferrari enfatiza que la producción de hidrógeno a gran escala requerirá una demanda energética inmensa, algo que países con recursos energéticos limitados, como Chile, podrían no ser capaces de sostener sin comprometer otros sectores.
El contexto internacional: Ventajas de otros países
Países como Arabia Saudita presentan una ventaja competitiva frente a Chile en la producción de hidrógeno verde, debido a sus vastos recursos solares y su capacidad para construir infraestructura energética a gran escala con menos impactos sociales y ambientales.
Arabia Saudita ha invertido fuertemente en megaproyectos de energía solar para producir hidrógeno verde a bajo costo, lo que podría consolidar su liderazgo en la exportación de esta energía hacia mercados europeos y asiáticos. Este enfoque coloca a países con abundancia de energía solar y capacidad industrial como jugadores clave en la futura economía del hidrógeno, lo que sitúa a Chile en una posición de competencia desigual.
La perspectiva social y ambiental
Las sociólogas Gabriela Cabaña y María Paz Aedo critican que el hidrógeno verde sigue el modelo ecomodernista, que subestima los límites planetarios y favorece la explotación intensiva de recursos. Aunque se presenta como la "energía del futuro", las pérdidas energéticas y los altos costos de producción la hacen poco viable. Además, las regiones sensibles como Antofagasta y Magallanes, ya afectadas por la minería, podrían sufrir más impactos ambientales.
Impacto en las comunidades indígenas: El caso del pueblo Chango
El uso de plantas desalinizadoras para proveer agua al proceso de producción de hidrógeno y amoníaco puede tener efectos adversos sobre el ecosistema marino. La extracción de grandes cantidades de agua marina y su posterior desalinización generan una salmuera altamente concentrada, que al ser devuelta al mar, altera los niveles de salinidad y oxígeno en el agua, lo que puede afectar gravemente la vida marina.
Este desequilibrio en los ecosistemas marinos afecta a las especies que dependen de estas aguas, lo que a su vez impacta los medios de subsistencia de los pescadores locales y altera el equilibrio natural de la biodiversidad costera.
El pueblo Chango, reconocido oficialmente por el Estado chileno en 2020, enfrenta una amenaza directa debido a la expansión de los proyectos de hidrógeno verde en sus territorios ancestrales. Brenda Gutiérrez, activista changa, denuncia que estos proyectos, financiados por capital extranjero, están transformando las tierras de su pueblo en zonas de sacrificio, donde los riesgos ambientales y la pérdida de medios de subsistencia tradicionales, como la pesca, se han convertido en una constante.
Gutiérrez señala que, a pesar de las promesas de desarrollo económico, los verdaderos beneficios del hidrógeno verde serán para los países importadores y las grandes corporaciones, mientras que las comunidades locales cargarán con los costos ambientales. Esta situación no solo pone en peligro los ecosistemas frágiles del norte de Chile, sino que también amenaza el patrimonio cultural del pueblo Chango, que lucha por preservar su economía, tradiciones y sitios arqueológicos.
Llamado al debate: ¿Solución o perpetuación del problema?
La implementación del hidrógeno verde en Chile debe ser cautelosa. Críticas científicas e indígenas señalan que podría perpetuar un modelo insostenible, requiriendo un debate transparente sobre sus costos y beneficios.
Otros países, con mayores recursos naturales y capacidad industrial, están mejor posicionados para liderar la producción de esta tecnología, mientras que Chile debe evaluar si su adopción es compatible con sus límites ecológicos y sociales.
Fuente: eldesconcierto.cl
La afortunada ganadora fue Mirtha Hernández, magallánica y enfermera de profesión, quien recibió un viaje familiar a Isla Magdalena.
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