30 de julio de 2024
Soy magallánico por adopción, pues viví en Punta Arenas mi infancia y adolescencia, tiempo que dejó una huella indeleble en mí. Pero mi familia es una de tantas que apostó por Magallanes hace más de 65 años, tal como lo hicieran tantos otros como Gabriela Mistral (quien vivió en la región entre 1918 y 1920 y contribuyó al complejo proceso educacional como el que suponía la chilenización del territorio) y Bernardo O´Higgins, prócer que tempranamente comprendió que Magallanes es una región estratégica geopolíticamente al ser puerta de ingreso a nuestro territorio antártico. Desde su exilio, O ́Higgins presionó al presidente Bulnes para que Chile tomara posesión de esa zona y así hacer realidad el límite sur de Chile en el Cabo de Hornos, como lo establecía nuestra constitución de 1833.
Si bien la “fiebre del oro” en Tierra del fuego (1883-1909) no alcanzó los niveles de abundancia como la de California, Magallanes se fue desarrollando gracias al empuje de sus sacrificados habitantes, muchos de ellos inmigrantes atraídos inicialmente por el descubrimiento de ese metal, los dos pilares económicos durante más de un siglo fueron el petróleo y la ganadería, gracias a que su clima austral genera un aislamiento genético valorado en Europa y Asia.
Desgraciadamente, nada es eterno y ambas actividades enfrentan dificultades actualmente. La primera por la competencia de las fibras sintéticas con la lana y la sobreexplotación de las praderas de coirones, y la segunda porque simplemente no se han descubierto nuevos yacimientos.
Sin embargo, la región se está reinventando sobre la base de nuevos pilares económicos. El primero es el turismo, actividad que atrae a un número creciente de visitantes nacionales y extranjeros. Luego la salmonicultura, industria que llegó a la zona atraída por sus enormes extensiones marítimas y que le dio a Chile la posibilidad de disputar con Noruega la condición de mayor productor y exportador a nivel mundial.
El tercer pilar es la energía, ya que Magallanes tiene vientos privilegiados a nivel mundial para generar energía eólica y, por su intermedio, hacer factible la producción de hidrógeno verde para la exportación.
Lo anterior está requiriendo de grandes inversiones públicas y privadas. Un nuevo puerto, esencial para el futuro exportador de Magallanes, inversión en energía eólica y plantas de producción de hidrógeno verde requieren de inversiones de cientos de millones de US$. Serán esas nuevas empresas las responsables de dar un nuevo impulso económico a la región, la que ya exhibe avances. De hecho, la inversión pública alcanzó el 47,6% de lo planificado para el 2024 con proyectos en curso y otros por licitar próximamente.
Esta llegada de capitales debe promover un desarrollo sostenible, aumentar la población en una zona de relevancia geopolítica, pero sobre todo debe traducirse en un renacer empresarial con incentivos claros para detener la peregrinación hacia “el norte” por ausencia de oportunidades. Hoy los vientos australes de la región soplan más fuertes que nunca y reivindican a O’Higgins como un visionario, pues sus últimas palabras al morir en 1842 fueron “Magallanes, Magallanes”.
*El autor de la columna es ingeniero civil y comercial de la UC
Fuente: latercera.com
"El plan viene a orientar las obras de infraestructura necesarias para el desarrollo de esta industria y otras actividades comerciales”, detalló durante la exposición el subsecretario de Energía, Luis Felipe Ramos.
"El plan viene a orientar las obras de infraestructura necesarias para el desarrollo de esta industria y otras actividades comerciales”, detalló durante la exposición el subsecretario de Energía, Luis Felipe Ramos.