19 de diciembre de 2024
Sus testimonios se dieron a conocer en el marco de una actividad por el 40 aniversario del Tratado de Paz y Amistad entre ambos países, organizado por la Delegación Antártica Chilena en conjunto con otras instituciones locales, dirigida a integrantes del Club del Adulto Mayor "Rosa Yagán".
En conmemoración del 40 aniversario del Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Argentina, la Delegación Presidencial Provincial de la Antártica Chilena organizó una actividad interinstitucional, en la que personas mayores de Puerto Williams recorrieron zonas emblemáticas y participaron en un diálogo en torno a este histórico hecho.
En primer lugar, nueve integrantes del Club del Adulto Mayor "Rosa Yagán", junto a otras personas invitadas, recibieron una visita guiada por parte de personal del Distrito Naval Beagle en el Museo de Sitio Batería Róbalo, lugar que cuenta con variados vestigios del Conflicto del Beagle. Posteriormente, tras alocuciones de autoridades navales y eclesiásticas, se dirigieron hasta las dependencias del Museo Territorial Yagán Usi mediante transporte proveído por la Municipalidad de Cabo de Hornos, para ser parte de un espacio de diálogo y memoria.
La delegada presidencial provincial de la Antártica Chilena, Constanza Calisto Gallardo, valoró el apoyo de todas las instituciones mencionadas para recordar este trascendental tratado que marcó el fin de las disputas territoriales de la zona austral entre ambos países. "En esta actividad hubo personas que vivieron parte o todo este conflicto iniciado en 1978, por lo que conocer los testimonios de sus experiencias en este territorio, es digno de destacar, y es algo que comúnmente no se escucha. El acuerdo sostenido hace cuatro décadas con la mediación del Papa Juan Pablo II, es un claro ejemplo de cómo las diferencias se pueden resolver de manera pacífica. Desde nuestro Gobierno remarcamos el ejercicio de recuerdo sostenido entre la comunidad local durante esta instancia", manifestó.
Intercambios escolares
Las personas mayores que participaron en esta actividad coincidieron en lo positivo que resultó esta instancia de conversación para recordar estos hechos. "Fue una excelente tarde, donde pudimos recordar hechos que sucedieron y en que casi estuvimos al borde de la guerra con Argentina. Fueron casos muy horrorosos en esos años, porque teníamos niños chicos. Yo era jovencita y vivíamos vestidos completos con una mochilita, donde nos dijeron que teníamos que llevar confort, ropita interior, la leche y algunas otras cositas nomás. Estábamos listos para arrancar en cualquier momento que nos avisaran por la sirena", dice Rosita Hernández, quien vivió entre 1966 y 1984 en Puerto Williams.
La vecina que dejó la isla por un tiempo debido a los estudios de sus hijos, rememora que previo a iniciarse el Conflicto del Beagle, en 1978, comúnmente había intercambios escolares entre la capital provincial y Ushuaia, los cuales duraban aproximadamente tres días. "Justo iba a empezar el conflicto y nos tuvieron a los niños más o menos como una semana en Ushuaia y no los enviaban. Nosotros estábamos totalmente preocupados, porque no había teléfono en esos años, así que estábamos asustados por nuestros hijitos. Finalmente, los niños vinieron contentos porque los atendieron súper bien. Fue solamente un susto nomás", recuerda.
Una vez que el tratado fue firmado entre ambas partes, Hernández sintió un gran alivio. "Quedamos más tranquilos, porque generalmente los buques argentinos se paseaban por nuestras aguas, por la bahía, como burlándose, entonces, para nosotros era muy horroroso. Ellos no pasaban cerca de su lado argentino, sino que más cerca de Chile que de Argentina", menciona.
Luces apagadas
"Lo que más me sorprendió de ver fue estar rodeados de tanto militar y vivir el momento pensando qué es lo que iba a suceder, si íbamos a sobrevivir o morir. Ése era nuestro pensamiento", dice Flor Cañuñan, quien hace 50 años vive en la ciudad de Isla Navarino.
Mientras se acrecentaba el conflicto, la vecina señala que, como el resto de la comunidad, debía tener su casa protegida. "Tenía que estar con las luces apagadas, dormir vestida, porque tenía que estar preparada si se armaba la guerra para escapar. Pero muy lejos no íbamos a llegar, porque yo, por ejemplo, tenía dos hijos, una guagua de dos meses y un niño de 2 años. Estábamos con el coche y el bolsito listo para poder subir al cerro e irnos donde estaban las cabañas para protegernos, pero igual con el pensamiento que hasta allá no íbamos a llegar. Estaba dispuesta a dar la vida nomás", dice.
"Doy gracias a Dios que no sucedió, eso es lo más importante. Y de que hoy día estamos bien, porque una guerra no es buena para ningún país, es ruina. Nosotros nos salvamos de eso, así que dar gracias a Dios nomás de que eso no sucedió, y estamos vivas todavía. Ahora esto medio sorda y ciega, pero viva", concluye.
Mujeres armadas
La principal disputa territorial en el mencionado conflicto, fue la afectación de la soberanía de las islas chilenas ubicadas al sur del canal Beagle: Lennox, Nueva y Picton. Precisamente, en Puerto Toro, frente a la última zona insular nombrada, María Anguita vivió durante el último período de este proceso que encaminó a la paz. "Era como estar preparándose o esperando alguna cosa, porque se pueden tener muchas buenas intenciones, pero a veces cambian las ideas y, de un rato para otro, puede cambiar todo. Igual seguían los ejercicios, lo de apagar las luces, los desembarcos y toda la cosa", sostiene.
"Nosotros éramos prácticamente integrantes de la Infantería de Marina. Nos tomaron a los pobladores, a los residentes, como unas personas más de ellos. Nos enseñaron a las mujeres a disparar y manejar armas, porque nos decían que en un conflicto no hay ninguna distinción entre mujeres y hombres, igual teníamos que estar en el frente", añade.
La vecina que ha vivido 43 años en Isla Navarino, valora la instancia organizada por la Delegación, asegurando que no se había hecho una actividad similar anteriormente con la participación de las personas civiles que estuvieron presentes en el conflicto. "A veces la Armada tampoco da a conocer o no reconoce que tuvieron el apoyo de la gente civil, de la población, porque no era que nosotros dejábamos el lugar, sino que seguimos ahí en pie y los apoyábamos en todos los ejercicios, en todas las cosas que hacían", señala.
En 1987, en el marco de la histórica visita del Papa Juan Pablo II a Punta Arenas, donde hizo un potente llamado a la paz, sus emisarios sobrevolaron en helicóptero las islas que años atrás estuvieron en disputa. Desde el poblado más austral del mundo, Anguita participó en los saludos con pañuelos al viento. "Se nos pidió que saliéramos para que vieran que realmente había gente en la isla en ese momento. Se pensaba que no había nada, que no era tan importante, que sólo había rocas. Realmente no tomaban la importancia ni le daban la dimensión que era el rescatar estas islas y que no pasaran para otro país", concluye.
Con 24 votos a favor en el Senado y 112 votos a favor en la Cámara Baja, la iniciativa fue despachada, quedando lista para ser promulgada como ley.
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