19 de marzo de 2010
La ley de alcoholes publicada en nuestro país el 1 de Enero de 2004, regula el expendio, la prevención y la rehabilitación del alcohol, y fija las sanciones y los procedimientos a los que la infrinjan, de manera que frente a la insostenible situación que hoy se aprecia en nuestras calles, donde los ebrios se han adueñado del paisaje, no hay nada que inventar; sólo hay que hacer la ley. Entre sus artículos, figura el número 25 que dice: Se prohíbe el consumo de alcohol en calles, camino, plazas, paseos y lugares públicos bajo la pena de multa o amonestación. Si se es sorprendido en esta conducta más de tres veces en el año el Juez de Policía Local determinará que la persona se someta a tratamiento médico o que deberá internarse en una comunidad terapéutica. Así de claro y así de simple. Evidentemente, esto no se está haciendo cumplir en absoluto. Aquí no se trata de interpretaciones. No cabe la más mínima lectura que discrepe con estas disposiciones tan claras y tajantes. Lo que ocurre es que la autoridad está – simplemente – haciendo la vista gorda.
Los habitantes de esta ciudad que día a día vemos cómo grupos de ebrios se toman los espacios públicos, y los utilizan para reunirse a beber, exigimos que se haga cumplir la Ley. ¿Será mucho pedir?
A esta conducta permisiva – que hace que la Ley sea burlada – y que nos está llevando a un estado de cosas que resulta impresentable, damos hoy nuestra Oveja Negra de Polar.
"El plan viene a orientar las obras de infraestructura necesarias para el desarrollo de esta industria y otras actividades comerciales”, detalló durante la exposición el subsecretario de Energía, Luis Felipe Ramos.
"El plan viene a orientar las obras de infraestructura necesarias para el desarrollo de esta industria y otras actividades comerciales”, detalló durante la exposición el subsecretario de Energía, Luis Felipe Ramos.