2 de septiembre de 2024
Conservar la Patagonia del sur de Chile y convertirlo en un negocio rentable. Esta es la premisa del emprendedor chileno Felipe Escalona que, de tocar guitarra en las micros de Santiago para costear sus traslados desde Puente Alto -donde residía- a la Universidad de Chile, se graduó de abogado y empezó a hacer negocios que lo llevaron a alcanzar una inversión inicial de 300.000 dólares para adquirir las primeras hectáreas de tierras en la Región de Aysén.
En ese camino fue determinante un viaje que Escalona hizo a las Torres del Paine, en la Región de Magallanes. En esta travesía sobrevivió a una tormenta de nieve que le ocasionó inicio de hipotermia y congelamiento. Desde allí decidió que se dedicaría a la conservación del medioambiente y a la lucha contra el cambio climático, desde el mundo privado. Así, en 2017, nació The Real Eco State, un negocio con el que compra predios a privados y los revende con una sola condición: la conservación del bosque. Se trata de no cortar ni destruir un solo árbol.
Hasta ahora ha comercializado 6.000 hectáreas -alcanzando más de 30 millones de dólares sólo en esas- y tiene 6.000 más disponibles. “El negocio es comprar predios de gran extensión -entre 500 y 1.000 hectáreas- y subdividirlos de manera legal para así transferir propiedad plena a cada persona que nos va comprando entre 5 y 100 hectáreas”, explica Escalona en entrevista con Forbes Chile. Estos predios son vendidos desde un monto mínimo de 12.000 dólares.
“El negocio era tremendamente próspero en Chile. Durante la pandemia la gente se sensibilizó respecto a la naturaleza. Muchos de nuestros clientes son chilenos residentes en el extranjero y quiénes le hablaron de estos predios a sus amigos europeos o norteamericanos que tienen una visión de conservación y de negocios mucho más abierta. Curiosamente, nunca alguien nos copió el modelo de conservación absoluta cuando venden terrenos”, agrega el abogado que decidió en 2022 expandir sus oficinas a New York, en Estados Unidos -su base- y tener equipos de venta en México, Colombia y España.
EL CONTACTO CON LA NASA Y EL NACIMIENTO DE CARBON REAL
Pero el negocio evolucionó y con ello nació Carbon Real. “Nuestros clientes tenían dos grandes intenciones: proteger al planeta y comprar tierras esperando que aumentaran su valor en el tiempo o esperando que se lanzara algún servicio ecosistémico y ahí surgió nuestra propuesta. La idea era comercializar servicios ecosistémicos que presta el bosque y que tuviera un valor económico, por ejemplo, el secuestro de carbono, pero lo primero que había que hacer era medirlo y generar una metodología que fuera trazable”, detalla Escalona.
Fue entonces cuando Escalona contactó a SpaceX y a la NASA con el objetivo de lanzar un satélite que permitiera usar la tecnología LiDAR -láser- para medir la biomasa del bosque, cuántos arboles había, es decir, tener certeza. SpaceX nunca respondió, pero la NASA sí lo hizo.
“La NASA nos entregó un informe con la data de sensores que pudiesen servirnos para nuestro objetivo y apareció el proyecto Gedi que tiene un sensor LiDAR espacial, instalado en la estación espacial internacional y administrado por la universidad de Maryland, en Washington. Ese sensor escanea los bosques con láser e indica qué hay en esa superficie. Este puede traspasar la madera del árbol y llegar hasta la tierra, ver la topografía, los descubrimientos de agua… Es una tecnología muy cara y funciona con drones y aviones”, cuenta.
Pero para que este sensor pudiera activarse en el Hemisferio Sur, Escalona tuvo que invertir 2 millones de dólares y junto a la NASA ayudó a calibrarlo para la Patagonia chilena, pues para esto, tenía que llegar a la mayor cantidad de hectáreas posibles, más allá del terreno que había adquirido Escalona. Este año esperan llegar a las 60.000 hectáreas analizadas y calibradas con este servicio, con una capacidad de medir 1,5 millones de hectáreas, según Escalona.
A través de esta tecnología se puede conocer actualmente la biomasa del bosque y, con ello, cuánto CO2 absorbe. Así, en 2023, nació el servicio ecosistémico para medir 20 veces por segundo cuánto carbono secuestra el bosque y poder comercializar esta información: Carbon Real. “Es tremendamente importante porque en un incendio o deforestación todo ese carbono se libera a la atmósfera. Entonces había que lograr entender la respiración del bosque. El sensor de la NASA pasa por la Patagonia entre 7 y 21 días y esa información puede ser descargada y verificada”.
PERO ¿CÓMO FUNCIONA?
Los bonos de carbono que vende Carbon Real están basados en retirar CO2 de la atmósfera. Y así los clientes de The Real Eco State, propietarios de tierras, pueden también ganar por este servicio.
“Toda esta información va a un blockchain que lo que hace es tokenizarla y cada vez que se junta una tonelada de CO2 retirada de la atmósfera, generamos un token -que no es una criptomoneda- sino que contiene la información completa de como se calculó esa tonelada para poder ser verificado cuando se requiera”, indica el emprendedor.
Estos bonos son vendidos a empresas que necesiten o quieran compensar su huella de carbono como políticas ESG. De los ingresos que se generan, el 10% va destinado una fundación creada para tener impacto en la comunidad con énfasis en salud, educación y conservación. Del 90% restante, dice Escalona, el 50% es para el propietario de la tierra y el otro 50% para Carbon Real.
“El primer contraro contempla la compra de 30.000 bonos, a 20 dólares cada uno, y a medida que se van generando, se van transfiriendo. Compensar las huellas de carbono es muy parecido a pagar impuestos y no puedes medirlo con proyecciones, como se hacía antes, sino con exactitud”, agrega.
Carbon Real tiene como objetivo para el 2030 tener medido todo el sur de Chile, desde la Región del Biobío hasta la Región de Magallanes y generarle a la comunidad un ingreso de 25 millones de dólares por ese 10% que va a la fundación, y en ventas generar 250 millones de dólares.
“Nací en un lugar muy pobre en Santiago, pero ser abogado te da mejores posibilidades económicas, he sido fiscal de inmobiliarias y empecé a hacer negocios. Mucha gente creía que estaba loco por comercializar algo con un objetivo filantrópico y nadie quiso invertir. Esos 300.000 dólares salieron de todas las líneas de crédito de mis tarjetas y tuve que vender hasta mi auto, pero ya he generado 30 millones de dólares en ventas y es lo mejor que me ha pasado porque ahora soy el único dueño de la empresa”, relata este apasionado por los negocios.
La tecnología que ha implementado funciona en cualquier lugar del mundo y ahora está en conversaciones con empresas de Ecuador, Colombia, Brasil, Argentina, Perú e Italia para ponerla en práctica más allá del sur de Chile. Dice que podría funcionar para medir impacto de CO2 en las industrias minera y forestal, por ejemplo. Así que los planes de expansión e inversión están abiertos, así como sus ganas de emprender.
Fuente: forbes.cl
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