16 de diciembre de 2023
Al mirar hacia atrás este escenario parece un relato con elementos de ciencia ficción. En los 70 se escuchaban voces desesperadas rogando por la instalación de una fábrica de ladrillos o cemento, si la memoria no le falla a este cronista.
El tiempo, las políticas de Estado, las iniciativas privadas y un cambio en la pugna de poderes y necesidades del planeta hicieron que la Patagonia adquiriera una nueva categoría.
En cierto modo, la imagen que reflejaban los antiguos mapas marineros, de una región extrema en la que se dibujaban serpientes y otros monstruos mitológicos, ha terminado cumpliéndose en la forma de una metáfora.
Porque el viento huracanado, las graníticas montañas, los mares gélidos, son un poder en sí mismo que está moviendo a la Patagonia hacia una instancia de desarrollo nunca vista.
La llegada masiva del turismo a partir del nuevo siglo, hasta completar los más de 300 mil visitantes anuales, fue el anticipo de una marea aun mayor. El turismo permitió poner en valor a la región, sin duda alguna.
No obstante, el desarrollo de la salmonicultura significó un salto exponencial en cuanto a desarrollo económico y social. Hoy parece un cuento de niños aquel clamor por instalaciones tradicionales para capear un desempleo que sólo pudo ser cubierto, en Puerto Natales, por ejemplo, durante unos 20 años gracias a la actividad de la mina de Río Turbio, Argentina.
Justamente alrededor de 30 años después de los mejores momentos de producción de carbón en Santa Cruz (1,2 millones de toneladas anuales aproximadamente), el sur de Chile presenta en sociedad a una industria como la salmonera que ofrece trabajo a unas 7000 personas y una facturación producto de exportaciones que alcanza los USD 650 millones sólo en Magallanes.
Las noticias sobre el arribo de la industria del hidrógeno verde comienzan a tomar dimensión mediante proyectos concretos aunque se entiende que aun queda un largo camino por recorrer. Hace unos meses el diario El País de España retrataba la compleja trama burocrática que aun debe atravesar la industria para continuar avanzando.
Las proyecciones del gobierno de Gabriel Boric indica que de aquí al 2050 Chile sume ingresos por USD 24.000 millones anuales y para alcanzar esta meta serán necesarios unos USD 300.000 milllones de inversión en las próximas 3 décadas.
Pero aquí en el presente la noticia más reciente que tenemos indica que Hif Global presentó su Estudio de Impacto Ambiental para el proyecto eólico Faro Sur que proyecta una inversión de USD 500 millones. El joint venture entre Hif Chile y Enel Green Power prevé 64 aerogeneradores con una capacidad total de 384 MW.
Se estima que en la etapa de construcción participarán 310 operarios y que cuando se encuentre en funcionamiento dará trabajo a 28 personas.
Algunas líneas ecologistas, tanto como algunos discursos políticos, apuntan a que el hidrógeno verde termine reemplazando la actividad salmonera como si fueran incompatibles. La verdad es se trata de dos actividades que junto con el turismo que podrían e incluso deberían coexistir a fin de entregar una plataforma de desarrollo inédita en el sur del continente.
En apenas 2000 hectáreas la salmonicultura produce alimentos para alimentar a más de 300 millones de personas y sus proyecciones de alcanzar nuevos mercados resultan ilimitadas en un contexto en el cual el mundo necesitará cada vez más alimentos y de mejor calidad.
El ideario no es hidrógeno verde o salmonicultura, que sería tan arbitrario como decir: hidrógeno verde o turismo. La triada de turismo, hidrógeno verde y salmonicultura ya quisieran tenerla países desarrollados y así apuntalar las cuentas de sus estados.
En Magallanes está sucediendo y no deberíamos desaprovechar la oportunidad.
Por Claudio Andrade
Durante la reunión, se abordó la importancia de la alianza público-privada para llevar a cabo proyectos de infraestructura pública y vivienda de la región.
Durante la reunión, se abordó la importancia de la alianza público-privada para llevar a cabo proyectos de infraestructura pública y vivienda de la región.